“La escuela Julián Villagrán no fue solo una institución educativa, es actualmente un referente histórico, cultural y social de Pachuca”, afirma con convicción el maestro y doctor en Historia Daniel Escorza Rodríguez, miembro de número de la Academia Hidalguense de la Historia, quien vivió su infancia y adolescencia entre las aulas de esta emblemática escuela, hoy en pausa indefinida tras casi siglo y medio de existencia.
A sus 61 años, Escorza recuerda con orgullo su paso por la institución, donde cursó la primaria entre 1969 y 1975, y la secundaria de 1975 a 1978. Ese vínculo no solo fue personal, también académico: en 2018 publicó Calles de ladrillo rojo, un libro donde reconstruye la historia del metodismo en Pachuca y el papel formativo de instituciones como la Julián Villagrán y el desaparecido Colegio Hijas de Allende.
/https://wp.lajornada-hidalgo.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/07/WhatsApp-Image-2025-07-20-at-4.25.15-PM-1024x576.jpeg)
Fundada el 5 de febrero de 1877 por el doctor Juan M. Baker, la escuela Julián Villagrán fue fruto del esfuerzo misionero de la Iglesia Metodista Episcopal (IME) en México. En un contexto de posguerras, reformas liberales y necesidad de reconstrucción educativa, los misioneros vieron en el país tierra fértil para combinar alfabetización y evangelización. Así nacieron las primeras escuelas metodistas, con la intención de formar no solo ciudadanos letrados, sino hombres y mujeres nuevos en espíritu y valores.
La educación, en palabras del propio Escorza, ha sido una piedra angular del metodismo. “Nos acerca al conocimiento y su aplicación debe apelar siempre a la igualdad y al progreso físico y espiritual del prójimo”, señala. En este marco, la escuela Julián Villagrán se volvió semillero de generaciones enteras, marcadas por un modelo de enseñanza integral: académica, moral y artística.
Pioneros de la educación metodista en Pachuca
La historia de la Julián Villagrán inicia en 1874, cuando llegaron a Pachuca las misioneras Suzanne Warner y Marie Hastings, esta última con la misión específica de fundar una escuela para niñas: el Colegio Hijas de Allende. Paralelamente, el profesor Ciro G. Paul estableció una escuela para varones. Para 1875, se abrió una pequeña aula con 21 alumnos, conocida como “la escuelita del templo”, ubicada en los altos del Portal Constitución frente al mercado.
Fue hasta 1877 que la matrícula se elevó a 45 alumnos y la escuela adoptó oficialmente el nombre de Julián Villagrán, en honor al insurgente novohispano que luchó por la independencia en la Huasteca hidalguense. Desde entonces, la institución comenzó a consolidarse como una de las más importantes de la capital hidalguense.
Durante el Porfiriato, la escuela vivió un auge notable. A finales del siglo XIX, su matrícula se disparó: más de 300 niñas y cerca de 200 niños asistían a clases, no solo hijos de metodistas, sino de familias católicas y de otras denominaciones. En 1895, se mudó a un edificio en la calle Guerrero, en la casa de la misión metodista.
La Revolución mexicana trajo dificultades: disminuyó el número de alumnos, muchos docentes de origen extranjero abandonaron el país y se suspendieron las clases de inglés. Aun así, la institución resistió. En 1919 abrió un internado y comenzó el proceso de incorporación al nuevo marco legal educativo postconstitucional.
En 1935, la secundaria fue reabierta tras una clausura forzada por las nuevas exigencias de la Secretaría de Educación Pública. Para entonces, la Julián Villagrán ya era símbolo de prestigio académico, civismo y formación artística.
Tradición e identidad: el colibrí mensajero
Desde 1925, con la creación del periódico escolar Tzzin-Tzzi (“el colibrí mensajero”), la escuela adoptó su lema: “Esfuérzate Juventud ¡Vence!”, sintetizando el espíritu de lucha y excelencia que promovía. También fundó el Liceo Amado Nervo y el grupo de exploradores Paynalton, los primeros scouts de Pachuca, con una visión ecológica y de liderazgo juvenil.
En 1913, la Julián Villagrán fue la primera escuela en Hidalgo en practicar básquetbol, deporte que le dio notoriedad nacional en los Juegos Intermetodistas de los años 60. Su participación en oratoria, desfiles, concursos académicos y actividades cívicas la convirtió en formadora de líderes sociales, artistas, políticos y educadores.
/https://wp.lajornada-hidalgo.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/07/escuela-julian-villagran-1-1024x576.jpeg)
La crisis por la pandemia agravó su situación financiera
En 1963, la Iglesia Metodista de México decidió fusionar el Colegio Hijas de Allende con la Julián Villagrán, creando una sola institución mixta y ampliando su cobertura educativa de primaria y secundaria, posteriormente también preescolar y preparatoria.
Con el paso del tiempo, los retos crecieron. La falta de recursos obligó a trasladar parte de la escuela a otro edificio en la calle Cuauhtémoc. El inmueble histórico entre Guerrero y Allende, ícono del metodismo en Pachuca, fue declarado en desuso por su deterioro estructural. Hoy, solo una parte reducida del edificio sirve como sede de oficinas pastorales.
Así mismo, la pandemia de Covid-19 agudizó la crisis: disminución en la matrícula, ingresos mermados y migración forzada hacia la educación híbrida. Sin embargo, docentes y directivos mantuvieron viva la institución, adaptándose a las exigencias de ese entonces.
Fue hasta julio de 2025, donde la administración de la institución emitió un comunicado oficial confirmando la pausa de actividades para el ciclo escolar 2025-2026. En él se explica que, ante la exigua matrícula, los altos costos operativos y las cargas fiscales, así como adeudos con el IMSS, Infonavit y otros, resultaba inviable continuar.
“Agradecemos la confianza de las familias, el cariño a nuestra escuela y el entusiasmo brindado para evitar esta pausa”, concluye el mensaje dirigido a los padres de familia.
Padres, alumnos y personal se despiden
La noticia del cierre fue recibida con tristeza por parte de la comunidad escolar. Entre lágrimas, abrazos y álbumes de fotografías abiertas sobre los pupitres vacíos, las despedidas se volvieron inevitables.
Para muchos padres, el cierre de la Julián Villagrán representa la pérdida de un espacio que combinaba tradición, valores y cercanía.
Por su parte, los docentes también viven este momento con una mezcla de nostalgia y gratitud. La maestra de primer año, María Teresa Anamely, compartió con los ojos llorosos lo que ha significado enseñar durante 9 años en este lugar:
“Ese momento en el que estás enseñando algo y ves que el alumno no lo comprende aún y de pronto, cuando su mente lo capta, se le iluminan los ojos y dice: ‘¡Ya entendí!’, ese momento justo ese es nuestro momento de satisfacción. Todos mis niños han sido de primer año. Tengo fotos, recuerdos chiquititos, y ayer mismo estuve viendo las imágenes. Todo eso me lo llevo conmigo. Esta escuela me formó también como docente”.
Entre los padres que acompañaron este cierre se encuentra Ismael Montaño Hernández, quien confió la educación de sus dos hijas a esta institución:
“Mis hijas entraron desde segundo de preescolar, y este ciclo terminaron segundo de primaria. Son cuatro años aquí, y la verdad estoy muy agradecido. Fue un aprendizaje muy productivo. Los maestros siempre fueron comprometidos, es una institución con una formación académica muy avanzada. Mis hijas ya están resolviendo divisiones y sumas de fracciones. No tengo queja. Me da tristeza que se cierre, porque sus maestros son excelentes”.
/https://wp.lajornada-hidalgo.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/07/WhatsApp-Image-2025-07-20-at-4.23.59-PM-1024x576.jpeg)
“Ahora nos ponen en un dilema. Claro que hay otras escuelas con buenos maestros, pero la verdad es que aquí me sentía seguro. Me duele tener que buscar otra opción, pero esperamos tomar la mejor decisión por el bienestar de nuestras niñas”.
También Zorayda Avilés Cortés, madre de un alumno que cursó desde cuarto grado de primaria hasta la secundaria, compartió su experiencia:
“Fue una escuela muy bonita. Con años en el estado de Hidalgo, y es una lástima que cierre. A él le gustaba, aprendió varias cosas y su experiencia fue satisfactoria. En cuarto y sexto tuvo maestros excelentes, comprometidos.”
/https://wp.lajornada-hidalgo.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/07/WhatsApp-Image-2025-07-20-at-4.24.05-PM-1024x576.jpeg)
Hoy, los pasillos que alguna vez resonaron con risas, coros escolares y pasos firmes en formación, quedan en silencio. Pero en la memoria colectiva de Pachuca, la escuela Julián Villagrán sigue viva: como símbolo de resistencia, como hogar formativo de miles, y como testimonio de que la educación, cuando se hace con convicción y amor, deja una huella que ninguna pausa puede borrar.
“La Julián Villagrán no solo fue mi escuela, sino mi segunda casa, un templo de saber y valores que marcaron mi vida para siempre”, concluyó con emoción Daniel Escorza.
mho

/https://wp.lajornada-hidalgo.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/07/escuela-julian-villagran.jpeg)