El último show del Elegante Joan

Circo Sónico

Si existe un círculo artístico en el que suele imperar la solemnidad, ese es el de la poesía; no sólo se le aborda como si fuera la máxima instancia de redención espiritual, sino que además en muchos de sus exponentes existe una idea de superioridad con respeto del resto de los simples mortales.

Es por ello que debemos de celebrar la aparición de un cuento como Poesía Shaolín, que abre el libro más reciente del tijuanense Luis Humberto Crosthwaite y en el que se plantea la existencia de academias de poesía en una ciudad pequeña que más bien se parecen a los templos de enseñanzas de las artes marciales de la China profunda y que acá se mostraban a través de películas de Serie B.

De acuerdo al bagaje que la cultura pop del presente trae consigo, no es difícil también encontrar cercanía con los afanes de Kung Fu Panda, para rematar acordándonos también de los combates con varita mágica de Harry Potter, sólo que aquí no se arrojan hechizos entre los contrincantes… los poemas van y vienen en ambos sentidos.

Crosthwaite se da tiempo para evocar a algunos de sus amigos poetas y convertirlos en personajes que buscan imponer su verdad a propósito del conflicto entre la rima y el verso libre. Poesía Shaolín no sólo está escrito con total solvencia, también aporta un gran sentido del humor, que es oxígeno puro para la literatura mexicana entera.

En El último show del Elegante Joan nos encontramos ante un escritor orgulloso de su obra y sabedor de su trascendencia, por lo que ahora se halla en total libertad de jugar con las estructuras y los temas hasta llegar a aquello que se llama metaficción; por lo que no extraña que el libro abra con una Carta abierta del Sindicato Mundial de Personajes, protestando por el maltrato al que fueron sometidos enestas historias. ¡Otro acierto de humor fino!

Y continúa en Opus Mágnum con un ejercicio de deconstrucción literaria que le sirve para contar la ilusión de un jovenzuelo por escribir la novela total que vendrá a cambiar el devenir de la literatura en el mundo y que le traerá la gloria infinita; pero el destino es muy ojete y sólo le depara infames tareas de oficinista.

Por supuesto que la lectura del cuento titular levanta muchísimo morbo y emoción; una vez que llegamos a ella nos encontramos ante un doble del cantante oriundo de Juliantla (apreciado por los aciertos líricos de algunos de sus temas). Aquí un imitador intenta preservar su arte ante la inminente caída del lugar cutre desde donde dispara las canciones mediante una computadora a la que llama Marta.

Luis Humberto también nos remonta hasta el crudo retrato de la cotidianidad en una colonia proletaria en la que un adolescente montacarguista anhela con escribir el corrido que lo llevará hasta la fama; he aquí un cuento tumbado.

Hacia el final nos encontramos con una Agencia que recluta a personas para fungir como personajes de una novela; el relato evoca a un grupo de personas existiendo sólo para que sus vidas sean narradas hasta que uno de los personajes opta por revelarse con la idea de que sin él no se completaría la historia.

El último show del Elegante Joan es un compendio de cuentos que asimila a la ligereza -esa recomendación de Italo Calvino para este milenio-, al tiempo que muestra a un escrito sagaz y absolutamente conocedor del verdadero drama de la existencia. Si algo le sobra a Luis Humberto -¡El gran pretender!- es barrio.

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