El PRI en un callejón sin salida
El Faro
Con los cambios a sus estatutos y principios, el PRI parece que busca acelerar su extinción, no sólo porque abre la puerta a la reelección de la dupla Alito Moreno-Carolina Viggiano, sino porque, en un acto desesperado, intenta regresar al partido a una ruta que perdió hace mucho tiempo y que ahora está en manos de Morena.
Durante la pasada asamblea nacional del PRI, celebrada el pasado domingo, se aprobaron reformas estatutarias que abren la puerta a la posibilidad de reelección tanto de su dirigente nacional, como de los dirigentes estatales. Con ello, Alejandro Moreno puede buscar la reelección este año, por lo que su presidencia podría extenderse ¡hasta 2032!
Teniendo en cuenta el rechazo que tiene Alito, no solo entre la ciudadanía sino entre sus propios correligionarios, la posibilidad de que se reelija es una buena noticia para quienes desean la desaparición del PRI, porque su sola presencia acelerará su extinción.
Pero durante la sesión, que se llevó a cabo a puerta cerrada en el Pepsi Center de la Ciudad de México, también llamó la atención que los priistas decidieron “expulsar al neoliberalismo” de su Declaración de Principios, así como a “las políticas que generaron pobreza y desigualdad en el país”.
En su discurso, Rubén Moreira, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, argumentó que la etapa neoliberal de su partido los alejó de los grupos sociales, entre ellos, el magisterio, sector particularmente maltratado durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Los priistas que participaron en la asamblea también aprobaron que, dentro de su Programa de Acción, el partido se ubique “en la corriente social demócrata, de centro izquierda y progresista”.
Con esto, parecería que el PRI se dio cuenta de que, al darle la espalda a sus principios emanados de la Revolución Mexicana, se desfondó, se quedó sin todos esos sectores que le dieron identidad y que al mismo tiempo le dieron manga ancha para ejercer mano dura, a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Pero al mismo tiempo, el PRI entró en contradicción al atropellar el principio de no reelección, pues recordemos que la Revolución Mexicana luchó justamente para impedir que Porfirio Díaz se mantuviera en el poder de manera indefinida.
El PRI se encuentra en una crisis existencial severa en la que ha perdido su rumbo, no solo porque quien capitanea el barco es el peor líder que ha tenido en su historia, a juzgar por su debacle actual, sino porque pretenden rectificar sus causas originales en un momento en que Morena hace tiempo que les quitó esa estafeta, incluyendo a los sectores sociales que antes acompañaban a los priistas.
Perdido en un callejón sin salida, el PRI además enfrenta una guerra fratricida que en Hidalgo se refleja en la soledad de su dirigencia y de su cuartel general ubicado en el bulevar Colosio.
El desplegado contra la reelección de Alito, publicado hace unos días y firmado por el exgobernador Francisco Olvera y otros priistas notables como Aurelio Marín, Roberto Pedraza, Juan Manuel Sepúlveda, Adalberto Chávez Bustos, Geraldina García, Esteban Ángeles o Jaime Costeira, es como el último aviso del último desprendimiento importante. No porque la situación no pueda empeorar todavía más, sino porque al paso que van, ya no habrá más militantes que puedan presentar su renuncia.
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