El machismo con máscara y cabellera

El machismo con máscara y cabellera

Si el machismo estuviera en un ring de lucha libre ¿sería de los rudos o de los técnicos?

Mauricio Sosa Ocaña
Abril 4, 2025

Adogma

Soy aficionado villamelón de la lucha libre. Mi infancia transcurrió entre los años 70 y 80, rodeado de domingos familiares en los que transmitían ese deporte por la televisión mexicana. También fui espectador de películas mexicanas cuyos protagonistas eran hombres enmascarados, con capas, botines de colores y torsos descubiertos.

Asisto poco a esos encuentros deportivos que, además de espectaculares son sin duda una parte importante de la cultura mexicana, que se ha ganado nuestro respeto.

Aprovecho esta ocasión para reflexionar sobre el machismo, teniendo en mente el formato en que se desarrolla este deporte durante un encuentro entre los dos bandos.

Parto de la pregunta: si el machismo estuviera en un ring de lucha libre ¿sería de los rudos o de los técnicos?

Creo que el machismo estaría representado por el trío de los rudos porque, a toda costa, cometiendo trampas, engaños y faltando casi siempre a las reglas de la contienda y el fairplay, buscan aniquilar a sus contrarios.

También podemos decir que el machismo tendría una excelente representación en los técnicos, porque se presentan como los buenos de la película, héroes que, a pesar de las trampas de los rudos, pelean hasta el final para salvarse y triunfar ante el mal.

La contienda se desarrollar en medio de espectaculares cuerpos volando y saltando entre cuerdas, azotándose sobre la lona, torciéndose como resortes, y mucha ovación por parte del público espectador.

Otro actor imprescindible del machismo sobre un ring de lucha libre es el réferi. Pues es la persona que supuestamente cuida que se cumplan las reglas del combate entre hombres que buscan demostrarse, unos a otros, quién es mejor que los demás. Este actor no siempre desempeña su papel a cabalidad pues, además de necesitar una habilidad sobrenatural para vigilar a seis hombres luchando simultáneamente, participa del machismo como el juez que anuncia triunfos y derrotas, validando la superioridad de unos hombres sobre todas las demás personas.

En un encuentro de lucha libre también están presentes las mujeres, las edecanes que entre caída y caída animan al público. Y el público también participa en la reproducción del machismo, porque va a presenciar una pelea cuerpo a cuerpo en espera de que algún musculoso macho sea superior a otros, con todo y su dosis femenina sobre el ring.

Lo que sugiero con este ejercicio metafórico es que, a través de este espectáculo deportivo, apreciemos algunas formas en que se manifiesta y reproducimos el machismo en nuestro día a día, y reflexionar al respecto.

¿Qué papel jugamos en el machismo? ¿Respetamos las reglas, hacemos trampas, estamos mirando y aplaudiendo, validamos lo que hacen los demás, nos ponemos sexis en espera del ganador, o hacemos como que la virgen nos habla?