Derechos sexuales para el desarrollo ético de las personas

¿Sabías que existen los derechos sexuales? Hace casi treinta años, en el Congreso Mundial de Sexología llevado a cabo en 1997 en Valencia, España, se propuso a la asamblea del evento una lista sobre los derechos sexuales, para ser considerados por las personas estudiosas e investigadores sobre la salud sexual de las personas.

Dos años después, en agosto de 1999, durante el 14º Congreso Mundial de Sexología, que tuvo lugar en Hong Kong, China, fueron aprobados dichos derechos por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, organismo integrado por personas de todo el mundo con el fin de promover la salud sexual basada en la ciencia, la medicina, entre otras perspectivas.

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El estudio de la sexualidad humana lleva varias décadas de trabajo sistemático desde distintas disciplinas. A principios del siglo XIX, desde el psicoanálisis de Freud; las investigaciones de Alfred Kinsey y los informes con su apellido en las décadas de 1940 y 1950; y los estudios de William Masters y Virginia Johnson, divulgados en su libro “Respuesta Sexual Humana” en 1966, son tres referencias conocidas que podemos referir sobre el tema.

Las aportaciones han sido muchas, y desde la mirada de la filosofía, la ética y los derechos humanos también se han logrado avances. Por ello surgen los derechos sexuales. A raíz de constatar que la sexualidad humana forma parte integral de todas las personas.

Se comprende que el pleno desarrollo de una persona también implica la satisfacción de necesidades consideradas básicas como el contacto físico, la intimidad afectiva y erótica, la posibilidad de expresarnos emocionalmente, de buscar y experimentar placer corporal, el amor, la compañía, la ternura, entre otras manifestaciones sentimentales.

Las personas expertas en sexología, con base en los hallazgos en sus investigaciones, señalan que la sexualidad es construía por las personas a través de la interacción con otras; que está determinada por normas sociales, códigos de conducta individual y colectiva, y que es esencial para que las personas nos sintamos felices.

La manifestación de la sexualidad no es unívoca ni existe un manual. Las posibilidades de expresarnos pueden ser tan diversas como personas habitamos este planeta. Los derechos sexuales nos pueden apartar un marco de referencia universal para generar condiciones de bienestar para todas las personas.

Por ello, es importante reconocer el derecho a la libertad sexual; el derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo. La privacidad sexual, la equidad sexual, el placer sexual y la expresión sexual emocional, también son derechos de todas las personas.

La libre asociación sexual; la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables; la información basada en el conocimiento científico; la educación sexual integral y la atención de la salud sexual, forman parte de los derechos sexuales, que suman once, propuestos por la comunidad de sexología mundial, para que todas las personas los conozcamos.

Si aprendemos que todas personas tenemos esos derechos, podemos encontrar una ventana hacia la felicidad, el respeto y la convivencia armónica.

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