Debate cerrado

Historias que contar

Esperé hasta ayer para ser objetivo, imparcial en mis impresiones sobre el debate del domingo pasado entre quienes aspiran a la Presidencia de la República: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez. A la par, escuché opiniones de articulistas y, asimismo, de familiares y amigos. Con ese acervo, llegué a la conclusión de que no fue inesperado el tratamiento de la hidalguense, quien lo había declarado, desoyó a cercanos colaboradores, y se manifestó muy acorde con su carácter y sensibilidad.

Se advirtió desde su arribo a los Estudios Churubusco, de 78 años de existencia, sede del evento. Sonriente, y portando un original huipil. Los restantes, Claudia y Álvarez, de buen tono, hasta llegar a la sede de la confrontación, que bien resultó. Los moderadores fueron Adriana Pérez Cañedo y Alejandro Cacho y los temas, crecimiento económico, y empleo, pobreza y desigualdad, infraestructura y cambio climático, más ocho videograbadas con cuestionamientos de mujeres y hombres de diversas partes del país.

Gálvez abrió hostilidades al manifestar “En el pasado debate yo llamé a Claudia por su nombre, veo que ella no lo va a hacer, así que le voy a aclarar de una vez, yo soy la candidata del PAN, PRI y PRD, y de millones de ciudadanos, y tú eres la candidata de un narco partido, porque esta es la promoción que hace Morena en las redes sociales, el culto a la Santa Muerte”. Después le aplicó el sobrenombre de “candidata de las mentiras”.

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La morenista se había comportado con tranquilidad, pero no toleró este adjetivo y la describió como “la candidata del PRIAN, la de “los ataques y las calumnias”, “la neoliberal” y “la corrupta”. Igualmente, le recordó a Xóchitl que, durante su gestión como titular de la Comisión de Pueblos Indígenas, durante la administración de Vicente Fox, y después como delegada en Miguel Hidalgo y senadora, obtuvo 17 contratos millonarios con distintas dependencias, como la Comisión Nacional del Agua, es decir “se sirve del poder público”.

Claudia, a diferencia del primer debate, hizo alusiones a la gestión de Manuel López Obrador, resalando sus logros en diversas áreas, beneficiando sobre todo a personas de pocos recursos. Xóchitl argumentó que lo hizo a través de una empresa legalmente constituida “que paga impuestos”.

La opositora también se refirió al incremento de precios en productos básicos como la tortilla y el huevo. Claudia, por su parte, reconoció que todavía no se logra reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres, por lo que resolver este problema será un elemento central.

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Xóchitl también no soslayó, para nada, los que llamó “caprichos y ocurrencias del gobierno federal”, entre esos el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Sheinbaum ripostó que 85 por ciento de la población del sureste respalda al tren y la refinería, y que esta permitirá que disminuya la importación de gasolinas.

Sobre reiteraciones de Xóchitl de que ella, Claudia, tiene departamentos, la caída de la línea 12 del Metro y el desplome de la escuela Rébsamen, la aspirante de Morena respondió que eran asuntos que ya se habían tratado.

Álvarez Máynez, el otro aspirante, de Movimiento Ciudadano (MC), insistió en temas a favor de la niñez, y sobre las disputas de las dos candidatas, prácticamente no intervino.

Mi conclusión es que Claudia Sheinbaum fue menos “volcánica”, mantuvo en lo general más mesura que su contrincante, que, esperado, salió a “dar el todo por el todo”  en pro de sus aspiraciones.

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