El Faro
Después de días de incertidumbre, el miércoles 2 de abril Donald Trump resolvió mantener la relación comercial entre México y Estados Unidos bajo el paraguas del T-MEC, al decretar aranceles recíprocos a varios de sus socios, excepto a nuestro país y Canadá. Pero, como acostumbra el mandatario republicano, dejó abierta una amenaza, que en esta ocasión es especialmente grave: echar abajo el tratado comercial firmado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari en 1994.
Eliminar el T-MEC, como amagó Trump durante su mensaje del pasado miércoles en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, implicaría cancelar un acuerdo comercial con 31 años de vigencia, que ha traído beneficios para las tres economías de América del Norte.
Erigido actualmente como el mayor promotor del proteccionismo a escala mundial, Trump ignora o no quiere ver que el libre comercio es una fórmula que, bien ejecutada, beneficia a los países que lo acuerdan, pues fomenta el crecimiento del intercambio de bienes y servicios, atrae inversiones, y fomenta la competencia.
Para los consumidores, amplía la oferta de bienes y servicios a mejores precios, pues se eliminan aranceles y barreras proteccionistas.
Es difícil que el T-MEC sea eliminado, porque hasta Trump entiende que los platos rotos de semejante decisión también los pagarían los consumidores y empresarios estadounidenses, pero México y la presidenta Claudia Sheinbaum hacen bien en tomar previsiones.
La economía nacional está fuertemente integrada a la estadounidense y el hecho de que 80% de nuestras exportaciones vayan a ese destino nos ha hecho vulnerables.
El Plan México y su versión local, en el caso de Hidalgo, son un buen camino para empezar. En el fondo son recetas que ya conocemos desde hace muchos años, pero que por distintas razones no se han echado a andar. El reforzar las cadenas de producción nacionales, el aprovechar todos los demás tratados de libre comercio que no se utilizan, el simplificar y digitalizar trámites son acciones que traerán efectos positivos.
El retomar el papel del Estado como un motor de la economía también es una fórmula que ha funcionado en el pasado y que en esta ocasión traerá buenos frutos para nuestro país. Hidalgo hoy es privilegiado porque tiene varios proyectos nacionales en curso que servirán para darle movimiento a la economía local.
El gobierno estatal tiene que enfocarse en apoyar a los sectores que son más vulnerables y que están ligados a las exportaciones hacia Estados Unidos. El titular de la Secretaría de Desarrollo Económico del Estado (Sedeco) Carlos Henkel Escorza, ya reconoció que habrá daños al sector exportador, tan solo por la incertidumbre que han sembrado las amenazas de Trump.
El funcionario dijo que los productores de acero y aluminio anticipan recortes a la producción y en la mano de obra, por lo que preparan un plan para diversificar mercados, ofrecer programas de financiamiento e incentivos fiscales.
Que bien que a México lo salvó el paraguas del T-MEC y quedó exento del arancel mínimo general de 10% que impuso la administración Trump, pero no podemos confiar en alguien que no tiene palabra y que ya amenazó con derribar un tratado que él mismo aprobó durante su primer mandato.
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