Columna de Jorge G. Correa

Claudia Sheinbaum y el primer round con Trump

Sin Protocolo

Jorge G. Correa
Febrero 4, 2025

Para buena fortuna de México y mala suerte para los críticos irracionales que apuestan a que le vaya mal al gobierno, Claudia Sheinbaum salió airosa del primer round con Donald Trump.

Desde el primer momento, la Presidenta dejó claro que en la relación con el nuevo inquilino de la Casa Blanca se necesitaría cabeza fría y estrategia. Trump amenazó con romper el T-MEC, lo que generó una ola de pánico entre algunos sectores de la oposición mexicana. Para ellos, cualquier problema internacional es una oportunidad para alimentar su narrativa apocalíptica.

Sin datos en la mano, pero con la cabeza caliente, corrieron a declarar que el desastre era inminente y que México estaba condenado a la ruina. Algunos incluso se habrían sentido cómodos viajando a la embajada de Estados Unidos para “dar la bienvenida a los libertadores”.

Pero la realidad los golpeó de frente. La imposición de aranceles del 25 % a los productos mexicanos no solo afectaría a la economía de nuestro país, sino también a los sectores que votaron por Trump en los estados clave. A pesar de haber ganado con contundencia en el sistema del Colegio Electoral, en el voto popular la diferencia con los demócratas fue de apenas 1.6 %. Esto significa que Trump no puede darse el lujo de perder apoyo en su propia base electoral, especialmente en aquellos estados donde la industria depende de los insumos y el comercio con México.

Lawrence H. Summers, economista y exsecretario del Tesoro de EE.UU., advirtió que la aplicación de estos aranceles sería un “balazo en el pie” para el propio Trump, ya que perjudicaría a los trabajadores y empresarios que lo respaldan. No es lo mismo amenazar en campaña que tomar decisiones que podrían costarle empleos a miles de ciudadanos estadounidenses.

A pesar de su estilo de confrontación y su retórica agresiva, Trump es un político pragmático cuando se trata de asegurar su legado y la continuidad de sus políticas en La Casa Blanca. No puede darse el lujo de debilitar su base de apoyo, pues cualquier error podría llevar a que los votantes indecisos se inclinen por los demócratas en la próxima elección presidencial.

Sheinbaum, por su parte, ha mostrado una postura firme pero diplomática. Su equipo ha optado por la cautela y la negociación en lugar de entrar en la dinámica de confrontación que muchos esperaban. La gran incógnita ahora es si Estados Unidos sigue siendo un aliado comercial confiable para México.

Trump ha demostrado que no duda en usar el comercio como arma política, y su tendencia a la imprevisibilidad hace que cualquier acuerdo con él tenga fecha de caducidad. La administración de Sheinbaum tendrá que evaluar hasta qué punto México puede depender del T-MEC y si es necesario diversificar aún más sus mercados y socios comerciales.

Los próximos cuatro años serán una prueba de fuego para la relación bilateral. La pregunta que queda en el aire es si el gabinete de Sheinbaum tiene la capacidad de gestionar una relación tan volátil sin comprometer los intereses nacionales. Si la respuesta es afirmativa, entonces este primer round ganado podría ser solo el inicio de una estrategia que permita a México salir fortalecido, incluso en un escenario de alta incertidumbre.