China coloca en el mercado mundial amplia gama de robots

En el pequeño coliseo resuenan las palmadas, potenciadas por los amplificadores; en medio, los contendientes, a veces desorientados, a veces con lo que podría considerarse determinación, avanzan a trompicones hacia el esférico. El público, de rostros muy jóvenes, hace estallar sus paletas aplaudidoras cuando el balón se impacta en la red. Los adultos se acercan para acompañar el aplauso de la particular justa: pequeños robots futbolistas se enfrentan durante el Consejo Mundial de Robótica, celebrado en esta capital.

La gama es amplia. Desde humanoides que imitan a jugadores de pimpón y futbol, dibujantes, masajistas, músicos, baristas y asistentes médicos para todo tipo de cirugías, incluso de cerebro, hasta gigantes que operan líneas de ensamble de autos. Los robots presentados en esta exposición –que concluyó ayer con su quinta jornada– reflejan algunas de las aplicaciones que se promueven en los mercados chino e internacional.

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Tracey Cui, gerente de ventas en Aubo –empresa con sede en esta ciudad, enfocada en el desarrollo de robots colaborativos de alta tecnología–, comenta a La Jornada que uno de sus productos más innovadores, un robot barista que no necesita asistencia humana para rellenar sus depósitos de agua, leche y café, se comercializa en el mercado interno con ventas de más de 200 equipos sólo el año pasado. En otro punto de la extensa superficie en la que se desarrolla este encuentro, una máquina similar, de la firma COFE, es el propósito de una larga fila de asistentes que hace turno para probar su producto; de acuerdo con su vocería, opera en 50 países y uno de sus principales compradores es la cadena estadunidense Starbucks.

Cui explica que además de los robots especializados en la industria, que llevan tiempo en el mercado, está tomando impulso la aplicación de máquinas que atienden comercio y proveen servicios. Y muestra: un brazo robotizado que termina en forma de pestillo teclea sobre lo que simula ser una espalda humana, movimiento que se acompaña del sonido de una enorme máquina de coser. Tracey aseguró que este robomasajista ya se produce de manera masiva por su alta demanda.

A unos pasos, una máscara flotante imita las gesticulaciones y el movimiento ocular de quienes se asoman a una cámara de reconocimiento facial. Se trata de Hobbs, humanoide biónico capaz de lograr interacción multimodal persona-computadora en tiempo real y de adaptar sus movimientos con el fin de que su comportamiento tenga configuraciones específicas, según sus desarrolladores, quienes aseguran que en el futuro podría emplearse en el entretenimiento, en la educación o de guía turística.

En otro pabellón, un robot hace retratos a mano. Desarrollado por el Laboratorio de Robótica Inteligente Cognitiva y Afectiva de la Universidad de Pekín, AISR primero capta una imagen de reconocimiento facial, luego hace un bosquejo digital y por último su brazo sostiene un bolígrafo (que no tiene nada de particular), con el que comienza a soltar el trazo sobre el papel.

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Sin embargo, así como se despliega la faz más amable de la interacción hombre-máquina, en otro punto pequeños robots cuadrúpedos, que simulan ser perros, son acompañados por videos de un hombre destruyendo un garrote sobre su cuerpo o lanzándolos varios metros. En otro módulo, pequeños bailarines son tacleados o aventados por los presentadores de la muestra.

Más allá de ese par de casos, las máquinas y actividades acaparan la atención de los asistentes, en su mayoría pequeños humanos que se agolpan con sus padres en los estands, tanto para observar un robot que hace jugos de naranja, como para presenciar a asistentes médicos que realizan disecciones nanométricas en una simulación de tejido humano.

Por: Dora Villanueva, enviada

Fuente
La Jornada
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