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La presidenta Claudia Sheinbaum está enviando mensajes nítidos a los liderazgos de Morena: hay que vivir los principios de la 4T y dejar atrás las banalidades que hundieron a la oposición. El problema es que el machismo y la soberbia no los deja escuchar y, peor aún, los lleva a desobedecer abiertamente a su lideresa.
Mientras ella llama a la austeridad, algunos juniors y políticos de historial largo se pasean por el mundo, hospedándose en hoteles de lujo y saliendo con bolsas de tiendas exclusivas. Esas imágenes ponen en riesgo la credibilidad de un movimiento que se construyó, justamente, sobre la crítica a esos excesos.
Lo más llamativo es que quienes han caído en esas contradicciones son, en su mayoría, hombres. Hombres que no sólo no escuchan a la presidenta, sino que parecen minimizar sus llamados a la congruencia. Y es ahí donde empieza a perder fuerza la autoridad política y moral del proyecto.
Claudia Sheinbaum lo dijo con claridad:
“Como lo he dicho siempre, y lo voy a hacer así, el poder se ejerce con humildad. Con humildad. Esa es mi posición y siempre lo haré. La gente tiene derecho a visitar uno u otro país. Nosotros tenemos una responsabilidad política y una responsabilidad que tiene que ver con el movimiento al que representamos y los principios que representamos.”
Ese mensaje no es una frase al aire: es una advertencia directa para quienes creen que ya ganaron por inercia y que pueden volver a los vicios del pasado. Porque si algo puede debilitar al movimiento no son los ataques externos, sino la incoherencia interna.
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Y esto debe resonar también en Hidalgo, donde la vieja guardia y los nuevos juniors —que se disfrazan de pueblo bueno— ya preparan sus campañas. Pero su estilo de vida contradice los principios que dicen defender.
La construcción de casas en fraccionamientos exclusivos, los viajes y comidas ostentosas, y la desconexión con la ciudadanía, son señales de que no han entendido que las reglas cambiaron. Desoír a la presidenta les puede salir más caro que cualquier visita a una boutique de autor. Porque hoy, como ayer, la incongruencia se paga en las urnas.
mho