Avenidas y glorietas
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GARLITO
Entre los vestigios de la Historia reciente de la capital del estado, hay elementos que sin ser demasiado antiguos forman parte del rostro del inicio de la modernidad de la ciudad; pueblo minero con retorcidas callejuelas y barrios parecidos a los laboríos, al crecer y extenderse lejos de los cerros, las calles y avenidas derechas eran ya un síntoma de renovación, el tránsito vehicular, edificios públicos nuevos, escuelas a mediados del siglo pasado en Pachuca se construyeron monumentos hoy símbolos del pueblo.
CRECIMIENTO
Los primeros asentamientos humanos de la ciudad y debido a la cercanía de las minas, los cerros fueron los primeros lugares que se poblaron, de chuecas calles e intrincados cruces, veredas por las laderas de los cerros, barrancas y casuchas, el barrio alto carecía de pavimentación, agua potable y drenaje; abajo en el centro de la ciudad, el comercio daba al pueblo minero vida, las casas viejas, edificios antiguos, contrastaban con una que otra edificación moderna, durante muchos años la ciudad permaneció estática, sin obra pública destacable y apenas tratando de satisfacer a los habitantes con servicios básicos.
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Durante la década de los años 50´s del siglo pasado, la ciudad comenzó a mostrar un rostro distinto al del pueblo minero, las calles mejoraron y se construyeron avenidas que contrastaban con las viejas callejuelas, estas ahora modernas, rectas, amplias; urbanización en todos los aspectos, se trataba a nivel nacional de ofrecer una cara nueva y moderna del país, que dejaba poco a poco el rancho para ocupar ahora ciudades, las avenidas se convirtieron en obras del futuro, espacios por donde los automotores pudieran moverse en orden y rápido, sobre estas vías establecimientos comerciales, oficinas y departamentos; en las intersecciones de estas avenidas se planearon glorietas, construcciones urbanas para agilizar el tránsito, avenida Juárez, Madero o Revolución con sus respectivas construcciones circulares.
URBANO
Clara muestra de modernidad y desarrollo económico y social, la ciudad de Pachuca trastocó su imagen permitiendo que sus conexiones entradas y salidas, se convirtieran en avenidas importantes con un aforo vehicular que en todos los tiempos va al alza, sus glorietas daban un aspecto elegante a las calles; la glorieta de los Insurgentes es otro símbolo de la ciudad capital, de excelente hechura, inaugurada el 30 de julio de 1954, representa como todo sabemos, a los Insurgentes, destacando a Hidalgo, una hermosa águila de alas extendidas y sus estatuas delineadas que han resistido el paso del tiempo, el viento y la lluvia, no así de las manos, no anónimas que con protestas anodinas le faltan al respeto.
Otra glorieta desapercibida por la cotidianidad, en los cruces de las avenidas del mismo nombre y Madero, la glorieta Revolución, de estilo parecido a la anterior, obra del arquitecto Vicente Mendiola Quezada, donde se representa a varios personajes, destacando los de la parte baja, hincados que son los héroes hidalguenses de esa gesta, Nicolás Flores, Francisco de Paula Mariel y Felipe Ángeles, en tanto los que están de pie son Carranza, Madero y Zapata, inaugurada un 20 de noviembre de 1955, con todos los honores de aquellas épocas, cuentan las crónicas; símbolo también de la ciudad que en menor medida ha sido atacado; cabe hacer mención que estas dos obras fueron edificadas durante el gobierno de Quintín Rueda Villagrán.
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En ambas glorietas, además de embellecer y mostrar una cara moderna de la capital del estado, una fue testigo de todas las graves novatadas que se les hacía a los perros, después llamados pelones, es decir los alumnos de nuevo ingreso de la Escuela Preparatoria Número 1, así como los baños de las muchachas en su fuente; en la Revolución durante décadas era clásico que en su rededor, los niños de familias acomodadas se reunían a beber los viernes y sábados e intentar conseguir novia entre las chicas que paseaban por la avenida; vestigios de la antigua Pachuca cuando al menos existía el interés de una ciudad para todos.