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Apuntes sobre la gramática para escribir una nota suicida

La primera novela de esta aún joven escritora, es sin duda el decantamiento de muchas lecturas, de muchos autores, pero, sobre todo, es la manifestación tangible de una autora profesional, comprometida con el difícil arte de la literatura universal.

Daniel Fragoso
Abril 6, 2025

El próximo año 2026, habrán pasado dos décadas desde que el primer libro de Ilallalí Hernández, “El recorrido por la mansión del Conde, donde se descubren los sorprendentes secretos de esta figura que no aparece en los libros de historia y otros cuentos mundanos” se hizo acreedor de la primera edición del Premio de Cuento Ricardo Garibay; desde aquel tiempo hasta ahora, la autora pachuqueña no se había decidido a publicar su primera novela.

Hernández definió su comportamiento literario a la perfección en la tesis de licenciatura en comunicación: “Ser escritora en Hidalgo: premios estatales de cuento y poesía 2006-2018” de Fernanda Munguía Silva, donde la escritora señala: “ yo no considero que sea importante publicar a lo güey, y publicar, y publicar, y publicar, y hacer un acumulado de libros porque un libro es una huella, un libro es algo que sale y se queda y te acompaña; aunque ningún libro está acabado, publicar es una forma de hacer una pausa…como no veo la urgencia en publicar, entonces eso hace, tal vez, que yo no tome lugares que normalmente a la gente le encanta tomar, y esos lugares tienen que ver con la vanidad. Y la vanidad no es escritura, la vanidad no tiene nada que ver con la escritura…”

Por ello, cuando hace unos meses apareció el libro “Lecciones de gramática para escribir una nota suicida” de Ilallalí Hernández, me quedó claro que estamos ante uno de los fenómenos narrativos más importantes de la literatura escrita por hidalguenses en los últimos 30 años. La primera novela de esta aún joven escritora, es sin duda el decantamiento de muchas lecturas, de muchos autores, pero, sobre todo, es la manifestación tangible de una autora profesional, comprometida con el difícil arte de la literatura universal.

Mientras otros autores de nuestra misma generación han sido embelesados por el canto superfluo de la fama inmediata en su círculo social local, Ilallalí Hernández ha tenido la paciencia y la sabiduría que sólo otorga el tiempo. Su deseo, según creo, no está en el aplauso fácil o en el comentario de café, está, como lo estamos observando, en escribir una obra narrativa universal, técnicamente impecable, pero sobre todo con discurso e ideas que aportan al espíritu de sus lectores.

Creo, que la mejor manera de describir la creación y publicación de este libro se encuentra en la frase del personaje de ficción de la película Kill Bill Vol. 1, Hattori Hanzo, quien entrega una frase hermosa, sutil y contundente:

“He terminado de hacer aquello que hace 28 años juré a Dios no volver a hacer. He creado “algo que mata gente”. Y en ese objetivo, tuve éxito. He hecho esto porque, filosóficamente, me solidarizo con tu propósito. Puedo asegurártelo sin ego: ésta es mi mejor espada. Si en tu viaje, debieras encontrar a Dios, Dios saldría herido”.  

Una vez iniciada la lectura de la novela, “Lecciones de gramática para escribir una nota suicida” no hay manera de salir incólume de tal empresa. Después de recorrer sus páginas, uno camina de la mano del proceso de duelo que vive la protagonista de la historia, atisba sobre las posibilidades de la muerte, pero sobre todo, sale renacido para entender el mensaje del libro como un canto a la existencia. La resignación de la cotidianidad y la repetición como una de las más bellas artes.