Última llamada ambiental
Nomografía
En días recientes, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó su sexto reporte en la materia, el cual, dada la naturaleza de la información y los datos que presenta, implica un aviso de emergencia para la humanidad, poniendo de manifiesto la necesidad ineludible de emprender acciones enérgicas e inmediatas para tratar de prevenir consecuencias catastróficas e irreversibles.
Tal reporte expone evidencia contundente que demuestra que la actividad humana ha dañado la atmósfera, los océanos y la tierra, provocando cambios repentinos y acelerados en el medio ambiente. Todos los científicos que integraron el grupo de expertos coinciden en que las emisiones de gases de efecto invernadero proveniente de actividades humanas constituye el agente principal del cambio climático, responsable del calentamiento del planeta en por lo menos 1,1° grados centígrados durante los últimos 3 siglos. El dato más alarmante que se desprende del reporte se enmarca en la predicción de un ascenso sostenido de la temperatura global de alrededor 1,5 grados centígrados o más durante los próximos 20 años.
Lo anterior encierra implicaciones de la mayor relevancia para el presente y futuro de la civilización. El escenario planteado por las proyecciones gira en torno a la presencia de un clima más cálido, el cual intensificaría los eventos y estaciones climáticas húmedas y secas, traduciéndose en mayores inundaciones o sequías. Esto derivaría en la agudización del deshielo polar, ocasionando que para 2050 el Ártico esté prácticamente libre de hielo marino. En caso de que sigan persistiendo las condiciones que le han dado origen a este escenario, las consecuencias más catastróficas implicarían que la temperatura media mundial siga aumentando, en primera instancia, en una magnitud que oscilaría entre los 2 y 3 grados centígrados.
Si bien es cierto que el reloj de arena de la humanidad ya se encuentra volteado y en franca cuenta regresiva, el reporte indica que no todo está perdido y aún existe una pequeña ventana de oportunidad para detener y estabilizar el cambio climático en torno a los 1.5 grados centígrados. Tal margen de maniobra habría de implicar que todos los países -especialmente los más industrializados- incrementen de manera más agresiva y coordinada sus esfuerzos para dejar de añadir dióxido de carbono a la atmósfera con vistas al año 2050.
En tales circunstancias, el reporte del IPCC nos aporta una visión mucho más clara de cómo estamos y hacía donde vamos, estableciendo no solo el diagnóstico, sino también la hoja de ruta hacia el rescate del planeta tal y como lo conocemos. La principal enseñanza estriba en asimilar que las políticas globales y nacionales para combatir el cambio climático han resultado insuficientes, ya sea por diseño o por falta de voluntad política. Por ello, se vislumbra una oportunidad histórica para que la comunidad internacional adopte una agenda ambiental enmarcada en compromisos más ambiciosos y contundentes que se traduzcan en acciones realizables y verificables, más allá de los tratados destinados a convertirse en manuales de buenas intenciones.
POR EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL