Tatiana Arteaga conserva tradiciones con la elaboración de pan de muerto

Por años, su familia se ha dedicado a la preparación de este platillo que se remonta a la época prehispánica

Un elemento que forma parte de las tradicionales ofrendas de Día de Muertos, junto con la flor de cempasúchil, es el pan de muerto, alimento que se remonta a la época prehispánica. 

De acuerdo con Karla Angélica Castro, de la UNAM, la receta de este pan se localiza por primera vez a mediados del siglo XX en los compendios de cocina; en tanto, la manera de elaborar el pan de muerto apareció por primera vez en 1938 en el recetario “Repostería Selecta”, de Josefina Velázquez de León, pionera de la gastronomía nacional. 

Foto: Cortesía

En México existe gran diversidad de representaciones de pan de muerto, en forma de animales como patos, conejos o deidades, cuyo significado se le brinda en la región en donde se elabora, representando la cosmovisión de la vida y la muerte. 

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De acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana la forma redonda en el pan hace referencia a la tierra que cubre el féretro, y el círculo a la continuidad entre la vida y la muerte; el esqueleto o los cuatro huesos simbolizan los rumbos del universo o los puntos dedicados a Quetzalcóatl, Xipetotec, Tláloc y Tezcatlipoca. 

Se cree que el sabor a azahar simboliza la entrada al inframundo, o bien, se asocia a la decoración floral de cempasúchil en las ofrendas.  

Estilo y sabor propio 

Por años, la familia de Tatiana Arteaga Palafox se ha dedicado a la elaboración de este tradicional platillo de temporada en Pachuca, incluyendo un estilo y sabor propio en la receta ya conocida en los productos elaborados en Espíritus Panadería. 

“El maestro panadero era mi papá y él empezó desde los 7 años a hacer pan y a los 20 años comenzó a elaborar también pastes, platillo característico de la ciudad, y por la época también el pan de muerto, esa es la herencia que prevalece en la familia por más de 40 años”, expresó Tatiana. 

La elaboración inicia regularmente a finales de octubre, este año comenzó durante la segunda semana del mes, dando a conocer una nueva presentación del tradicional pan. 

“La receta del pan tradicional de muerto se elabora con harina, leche o agua, huevo, ralladura de naranja y azúcar, teñido de rosa, como se acostumbra. Este año el pan se tiñó de negro y ha llamado mucho la atención”. 

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El pan de muerto negro debe su coloración a la ceniza de totomoxtle (hoja de maíz) y hojas de cempasúchil, el cual está relleno de dulce de camote morado, endulzado con piloncillo y canela, así como guayaba. 

“El colorante que empleamos es la hoja para hacer los tamales, la que está seca y corrugada, se quema y se prepara la ceniza con azúcar; otros rellenos tradicionales son la nata, el chocolate, chantillí y se agregará este año calabaza”.  

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Explica que usualmente la venta de este producto comienza del 30 de octubre al 2 de noviembre; en 2021, por pandemia, la producción del pan fue de 300 piezas, en años anteriores era de 500 a 600. 

“El emplear ingredientes de la región provoca una explosión de sabores única y elaborar este pan resulta aún más emotivo, porque en mi recuerdo vive el cómo lo hacía mi papá y me da alegría retomar todo aquello que nos enseñó”. 

Este año, comparte, a partir de la difusión en redes sociales, ha recibido pedidos de pan de muerto tradicional y con ceniza de totomoxtle desde Ciudad de México y Estados Unidos, además de establecer nuevos puntos de distribución en Pachuca. 

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En la capital hidalguense este pan tradicional casero elaborado por Tatiana Arteaga se puede adquirir en el espacio que se ubica frente a la Clínica 36 del IMSS, en el Parque Pasteur, durante las mañanas, en el Centro Cultural Helado Oculto de lunes a sábado y por pedido mediante las redes sociales de Tatiana Arteaga y Jar Ana. 

“Los invitamos a consumir productos locales para apoyar el comercio familiar, de esa forma se impulsa la economía en la ciudad. También el comprar este pan tradicional permite que las costumbres continúen, el ponerlo en ofrendas y consumirlo en familia hace que se conserve la cultura para nuevas generaciones”. 

“El ponerlo en ofrendas y consumirlo en familia hace que se conserve la cultura para nuevas generaciones” 

Tatiana Arteaga Palafox

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