Raúl Valdivia Castillo, lo que nunca debió ser
Testigo protegido
En su momento, su vinculación con el Partido Acción Nacional conjugada con una supuesta solvencia moral y económica, ganada en tierras jaliscienses por trabajo y esfuerzo propio, sirvió para que Raúl Valdivia representara una buena opción para “devolverle” al pueblo de Orizatlán la confianza en sus autoridades municipales y así, eliminar como si eso fuera posible, la trillada imagen de un sitio de abundante corrupción de gobiernos priistas.
Del 2003 al 2006 hubo en Orizatlán un gobierno panista que venció al PRI de la mano de Andrés Zuviri Rivera, un profesor querido y respetado por los orizatlenses, quienes depositaron su confianza en él y lo llevaron a ser el primer alcalde de oposición en toda la historia del municipio, sin embargo, su círculo de colaboradores más cercanos no le ayudó y terminaron vinculándose a priistas con corruptelas y al final estos pudieron retomar el control político local del 2009 al 2016.
Luego de tres períodos de gobiernos emanados del Revolucionario Institucional, hastiados los orizatlenses de los excesos vistos y sentidos en carne propia, volvieron los ojos a la posibilidad de un nuevo gobierno del PAN, colándose entonces Raúl Valdivia para posicionarse y ganar una cerrada elección, lo cual fue festejado en grande por los panistas de aquel lugar.
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Pero poco habría de durar el gusto, porque una vez colocado en el cargo de presidente municipal, como vulgarmente se dice, Raúl Valdivia “sacó las uñas” y traicionó al movimiento albiazul y ciudadano que le dio su voto, dedicándose a cometer error tras error y a poner oídos sordos a la crítica, incluso de su familia, optando por llevar su administración de manera autoritaria y simulando ser un hombre espiritual cuando las cosas se salían de control.
Tal situación hizo que en pocos meses el panista Raúl Valdivia tuviera en contra a toda la población, lo mismo por su trato déspota con la gente, qué por la ejecución de obras de pésima calidad, pasando sin pena ni gloria los primeros años de su mandato, llegando en el 2019 a colocarse entre los diez peores alcaldes del estado de Hidalgo, con una calificación de 1.8 puntos de 10 posibles de acuerdo a encuestas de aprobación para los presidentes municipales, pero eso sí amansando dinero de los moches de los constructores, se dice que hasta el mismo ex dirigente de Acción Nacional Asael Hernández Cerón hacía negocios “en lo oscurito”.
Lo anterior quedó plasmado Valdivia Castillo por los pésimos indicadores de las dimensiones evaluables que tomaron su capacidad de generar empleo formal, velar por la Salud, evitar muertes por hambre y mitigar los impactos de la inseguridad.
De lo anterior las cifras hablan por sí solas, porque de la cantidad de habitantes (41.5 en el 2019) sólo se lograron 37 plazas laborales registradas ante el Instituto Mexicano de Seguridad Social, una más que la de su antecesor, poniendo en evidencia su mal trabajo en materia económica.
Por lo que toca a la atención de la Salud, Raúl Valdivia recibió críticas, pues en su período de gobierno hubo al menos seis fallecimientos de menores de un año por las evidentes carencias en servicios de salud, marcando este rubro con una evaluación muy baja, como lo fue también su pésimo trabajo para mitigar el impacto del hambre en personas necesitadas o de extrema pobreza, ya que él, su gobierno y colaboradores no tuvieron la capacidad de identificar quiénes necesitaban las ayudas, en contraste él compró una mansión en una zona exclusiva, diga de un virrey.
Al respecto, cabe resaltar que en el 2016 Orizatlán registró cuatro muertes por desnutrición, y no fue a causa de que los fallecidos hubieran dejado de alimentarse en días consecutivos, sino que su grado de desnutrición se agravó hasta provocar su muerte.
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La peor de las deficiencias de Raúl Valdivia como alcalde se mostró en base a los resultados de delitos de alto impacto que publicó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con homicidios dolosos, robos a casa habitación robos a negocio y robos de vehículo, además de que cuando inició su gobierno despidió a todos los policías y contrató gente sin preparación para cumplir algunos de sus compromisos político-electorales.
Ese es el pasado de Raúl Valdivia, el cual se complementa con los rasgos que caracterizaron su desempeño como servidor público, período en el cual, de acuerdo con datos emitidos por la Contraloría Municipal del gobierno en turno, por cierto, priista, los daños a la hacienda pública por el gobierno panista son cuantiosos.
En su momento trascendió que los daños a la hacienda pública del ejercicio del año 2017 y 2018, de la administración de Raúl Valdivia, solamente en el rubro de la obra pública rebasan los 29 millones de pesos de 23 procedimientos, información que avaló la contraloría estatal para que se procediera a denuncias penales ante el Ministerio Público en la capital hidalguense por parte del síndico.
Pero a pesar de lo dicho, Raúl Valdivia se jactó en decir que eran “ataques políticos” y se tiró a nadar de “muertito”, quizá soñando que estaba en la alberca olímpica que construyó a la mitad de una cancha de básquet que hasta la fecha es una de las muchas obras observadas por las instancias estatales por estar inconclusa, al igual que otras 386 obras que carecieron o carecen aún de actas de entrega recepción, además de los 90 expedientes de obra que tienen conceptos pagados pero no ejecutados.
Raúl Valdivia reapareció por allá en el 2022 en los escenarios políticos de su municipio, de la región Huasteca y de diferentes puntos del estado, donde hizo pública su simpatía con MORENA y su “respaldo” incondicional a su candidato a la gubernatura, Julio Menchaca Salazar, de quien presumió ser amigo personal exhibiendo una foto con él en sus redes sociales.
En su mente, quizá, Raúl Valdivia pensó que esas publicaciones podrían servirle para “ahuyentar” al brazo de la justicia que ya andaba tras él, como se supuso a raíz de que la Auditoria Superior del Estado emitiera un informe de revisión a la cuenta pública 2020 que señaló como “pago indebido” el desembolso de 1 millón 393 mil 535.96 pesos para el mejoramiento de una avenida con concreto hidráulico, 30 % del valor total de la obra que nunca se ejecutó y dinero que igualmente no retorno a las arcas municipales.
La ASEH observó gastos por varios cientos de miles de pesos, por compras de refacciones de transporte, arrendamiento de maquinaria, supuestos gastos de orden social y cultural, entre otros, así como erogaciones para servicios de diseño, arquitectura, ingeniería y actividades relacionadas en favor del municipio cuyos beneficios para el municipio jamás se comprobaron.
Según sus colaboradores, a Raúl Valdivia le harán lo que el viento a Juárez, porque está más de bien parado con el gobernador, supuestamente, porque le metió lana a la campaña y gracias a ello hoy Hidalgo tiene un gobierno morenista, bajo cuyo manto sagrado se oculta de la justicia.
“El miedo no nada en burro”, fue el refrán que inspiró a Raúl Valdivia a tramitar el amparo número único a nivel nacional 19379105, pero no por los adeudos con la ASEH y demás cuentas pendientes por sus malos manejos o falta de seriedad para cumplir con su responsabilidad, sino debido a que un juez liberó una orden de aprehensión en su contra, luego de ser denunciado presuntamente por abusar sexualmente de una menor de edad, a principios del año 2016, cuando iniciaba su ”carrera política”.
Sobre eso trascendió que la madre de una menor de edad interpuso la denuncia ante la Procuraduría hidalguense, acusando al ex alcalde panista de abusar sexualmente de su hija, pero de acuerdo con la propia PGJEH y tras realizase varias pruebas periciales no pudo comprobarse la violación, procediendo solamente una denuncia por estupro que sirvió igualmente para liberar una orden de aprehensión. Al igual también es acusado de violencia política de género por sus comentarios a la candidata priista Brenda Flores, pero no estaba tipificado como delito en ese entonces.
Valdivia Castillo no está del todo tranquilo, ya que en cualquier momento podría ser detenido e ingresado al reclusorio estatal ubicado en la localidad de la Lima, en el municipio de Jaltocán, un sitio cercano a Orizatlán al que fácilmente podrán acudir a visitarlo quienes lo ayudaron a mal gobernar y que hoy son parte de la camada de nuevos ricos que gobierno tras gobierno los ayuntamientos de la Huasteca crean a la vista y repugnancia de todos.
Por Iñaki Fernández
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