Un gran empujón para una novela pasa desde la decisión misma de elegir el lugar donde habrá de desarrollarse; la escritora inglesa Samantha Harvey atinó a la hora de escoger la Estación Espacial Internacional como escenario de Orbital, por la que mereció el Premio Booker 2024.
Allí se encuentran seis astronautas desarrollando diversas tareas de vida cotidiana en el espacio, así como proyectos de investigación que aportarán información relevantes para la ciencia, una vez que regresen a la tierra.
De entrada, Orbital nos ofrece un lugar en que se va haciendo de día y de noche varias veces, conforme la Estación va haciendo su recorrido y ello ofrece una experiencia extraordinaria de contemplación de la belleza y complejidad del planeta Tierra.
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Todo el cúmulo de observaciones y apuntes constituye un acervo casi poético a propósito de reflexionar sobre las formas, colores y texturas que cada uno de los continentes va aportando, incluyendo el desplazamiento de un tifón sobre Asia o la hermosa complejidad de una tormenta eléctrica.
Esos momentos de contemplación son presentados por Harvey con mucha soltura y la habilidad para crear imágenes poderosas que no sólo fascinan a los propios protagonistas, sino que atrapan y embelesan a nosotros los lectores, tanto que súbitamente nos sentimos al interior de la Estación y mirando eso mismo que es narrado con suficiencia y vastedad.
Me parece muy acertado de parte de la Editorial Anagrama apuntar acerca del libro: “Una novela con momentos de puro éxtasis contemplativo, capaz de expandir, gracias a una exquisita elección de las imágenes y las palabras, nuestra percepción de lo que la literatura puede llegar a hacer perceptible”.
En lo personal me impactó mucho enterarme de los tremendos efectos de la falta de gravedad sobre los músculos de los astronautas, quienes se ven forzados a hacer dos horas diarias de gimnasio para disminuirlos y aún así saben que el daño será permanente y que también se dañan los huesos por el sólo hecho de pasar una temporada en la nave. Incluso la lucidez se ve afectada, por lo que tienen que hacer pruebas y reportar sus dolores y malestares.
Ese maravilloso río de observaciones se va entreverando con las historias personales de cada uno de los seis astronautas, así como la consigna de sus actividades rutinarias… en todo momento la narración se vuelve entrañable.
En Orbital están seres humanos apasionados de su profesión… no dudarían en proponerse para colonizar Marte, aún sabiendo que, probablemente, jamás regresarían a la Tierra.
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En suma, se trata de una obra que se gana a la pulso cada uno de los elogios que se han escrito sobre ella y es por ello que dejo para el final el apunte de Wendy Smith para The Boston Globe: “En cada página hay frases tan estupendas que uno querría aparcar el libro un momento, fascinado. Una obra emocionante, con un sentido de la maravilla ante la belleza de la creación que se hace palpable en sus descripciones virtuosas. La prosa elegante y las reflexiones filosóficas de Harvey hacen de este un libro profundamente disfrutable”.
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