NIÑ@S

darDOS con garlito

Garlito

Zaratustra el sabio que bajó de la montaña para anunciar la muerte de Dios y su reencarnación en el superhombre, entre sus muchas enseñanzas está la de los tres niveles del espíritu, representados por un Camello, un León y un Niño; el Camello es el individuo que deforma consciente o no su postura y su mente llevando una carga que considera propia, aunque no lo sea; el León, es el sujeto que reconoce lo innecesario de su carga y por ello la rechaza, es afirmación, ira, ímpetu, pero incapaz de trascender su batalla; el Niño, representa un nuevo amanecer, con toda su inocencia tiene una imponente energía, nos anuncia un mundo, justo, humano, es un superhombre, será su entorno quien lo degrade.

Otra lección que nos dejó la pandemia en sus más altos índices, es que no hay nada más triste y agorero de malos tiempos, que escuelas ausentes de niños, nada más aterrador que patios desolados y silenciosos de cualquier escuela, salones vacíos, deprimentes corredores y escaleras sin gritos, ni llantos, ni risas; tétricos escenarios parques y jardines, áreas de juegos solo movidos por el viento, sin globos, helados, dulces,  juguetes, esa alevosa inocencia y alegría, que debemos proteger hasta el momento que la sociedad misma deforme y degrade su espíritu, convirtiéndolo en otro, distinto al que deseaba ser; son las sociedades, sus ideales y sus promesas las que van restando al espíritu del niño superhombre hasta devolverle su condición de simple mortal.

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Si de alguien debemos proteger a nuestros niños y niñas, es de los adultos y de la misma sociedad donde estamos, porque las condiciones impuestas por los grandes, impide que los niñ@s, jueguen en la vía pública hoy territorio peligroso, antaño el medio donde descubrías la vida y encontrabas una educación diferente pero más aleccionadora que en tu familia; es la sociedad y sus vacías promesas, las que llevan a nuestros menores de edad a delinquir, a encontrar en sustancias la satisfacción que sus propios cerebros no pueden generar, desolador panorama, niñas hipersexualizadas, niños jugando al narco, si miramos esos espejos encontraremos nuestro reflejo; el potencial innato de nuestros amados niñ@s, lo van perdiendo al crecer en un medio hostil, en una economía deshumanizada y atroz, en políticas y presupuestos huecos que intentan solo curar el malestar pero no la enfermedad.

Durante todo un siglo nos fue sucediendo lo que al coronel don Aureliano Buendía y todo Macondo, no estamos equivocados, solo confundimos la dirección, todo esfuerzo y búsqueda de mejoramiento humano, debe estar destinado a nuestros niñ@s, nunca más ver a este sector como menores espirituales, deben ser el motor generador de la transformación de toda política pública y el Estado y Familia, recuperar la responsabilidad única e irrenunciable, de amar a los infantes para solo así, lograr seres humanos adultos satisfechos, sin rencores, resentimientos, ni venganzas, utópica realidad, adultos felices; es momento de transformar todo, si colocamos a los niñ@s como principal justificación y deber de los mayores, si los convertimos en el detonante del cambio no de conformidad o servilismo, si abonamos en el futuro que fue ayer, son ellos nuestra única salvación.

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Para los adultos, este 30 de abril Día de los Niños y las Niñas, es un pretexto para observarlos, para detenidamente descubrir sus verdaderas intenciones, sus sueños, frustraciones y fantasías, un día para en un viaje introspectivo, regresar a esos niñ@s que fuimos, volver a sentir la emoción de descubrir un secreto de adulto, por más enojo y berrinches, ser tan amigos de todos, no tener distingos, ni preferencias y donde es más importante el juego que el juguete y llegar a la profunda reflexión valiente y eficaz de Nietzsche “La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño”.       

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días