Misoginia institucional

En contra del mar

Una crítica que se hace a los movimientos por los derechos civiles y políticos de las mujeres (feministas, en su mayoría), es haber centrado la exigencia de mayor representación de mujeres en espacios de toma de decisión, en el simple hecho de ser mujeres. Esta crítica no busca deslegitimar este trabajo profundamente necesario y que ha sido un parteaguas en nuestras vidas, pero es necesario analizar nuestros errores para no volver a repetirlos.  

Por más reformas y políticas públicas que se han implantado para garantizar la paridad en los espacios, los partidos y las personas han encontrado diversas formas de mantenerse en el poder. Sí, las leyes y políticas son importantes, pero para que se logre una transformación se necesita de cambios sociales y culturales que los acompañen.  

No puedo escribir por todas, pero al menos mi demanda en materia de derechos políticos es que quien este en espacios de toma de decisión tenga una agenda laica, en favor de los derechos humanos y trabajo en la materia, no precisamente títulos o grados; que les permitan realizar el trabajo que tendrá un impacto en la sociedad.  

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Claro que necesitamos más mujeres en la política y en el gobierno, pero sería soberbio asegurar que solamente nosotras hemos sido excluidas de la toma de decisiones públicas. El entramado político, económico, jurídico y social de opresión y dominación, silencia, a todas aquellas personas que sus características le sean incomodas, transgresoras. Ser mujer es transgresor, sí, más en este país profundamente machista. Pero hay que saber que en la política y disciplina partidista muchas mujeres están ahí por su lealtad a esos principios que no coinciden con la realidad social.  

Hay ejemplos positivos de la inclusión de las mujeres en los espacios, por ejemplo, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya hay 4 mujeres ministras. Me da esperanza de que en el futuro haya ministr(a/o) s indígenas, de las disidencias sexo/génericas, con discapacidad, racializad(a/o) s, etc. O sea que la Corte sea un reflejó de la pluralidad social. 

Tenemos otros ejemplos del mal uso como la actual gobernadora de Guerrero, que llegó ahí en medio de la controversia que causo su padre.  

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Cuando realizamos críticas a mujeres como ella, siempre nos llaman: machistas, traidoras del feminismo. No es así, banda. Reducir nuestra legitima exigencia de representación en los espacios al simple hecho de ser mujeres es la verdadera misoginia. Creer que las personas votamos o esperamos que designen a nuestr(a/e/o) s tomad(a/e/o) res de decisión solo por las características de opresión que les cruzan, es subestimarnos como sociedad.  

Al menos en Hidalgo, la deuda que nuestr(a/o) s representantes tienen hacia nosotr(a/e/o) es grande, pero podrían empezar con dejar de hacer preguntas hacia las mujeres enfocadas en ser mujeres, como sucedió durante las entrevistas para presidir la Comisión de Derechos Humanos y de promocionar la designación de mujeres solo por ser mujeres.  

Yuderkys Espinosa Miñoso, resume estas ideas perfectamente en una frase que retomo de su artículo El reverso de la herida

“nadie merece la condena o la idolatría solo por el lugar que ha heredado dentro de una estructura de dominación o por la evaluación de un tramo aislado de su historia.” 

Dos recordatorios.  

  1. Seguimos sin president(e/a) de la Comisión de Derechos Humanos.  
  1. El proceso de elección de Comisionad(o/a) de Atención a Víctimas del estado esa siendo tan opaco que no sé sabe que está pasando. Ojalá se repita el ejercicio de las entrevistas públicas.  

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Ninde MolRe

Ninde MolRe es lesbiana, abortera, feminista, acompañante, abogada y activista hidalguense.
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