Entre el ir y venir de los visitantes del centro histórico de Pachuca, una figura colorida y persistente resalta: la de Lucía López, vendedora ambulante de globos y rehiletes.
Foto Dulce Castillo

Lucía ha coloreado el centrode Pachuca durante 35 años

Su trabajo no solo representa un sustento económico, sino también una tradición familiar

Redacción

Abril 26, 2025

Entre el ir y venir de los visitantes del centro histórico de Pachuca, una figura colorida y persistente resalta, la de Lucía López, vendedora ambulante de globos y rehiletes, quien ha dedicado más de 35 años de su vida a este oficio que ha pasado de generación en generación.

“Pues fácil, fácil, como unos 35 años llevo vendiendo por aquí”, comenta Lucía mientras acomoda cuidadosamente sus productos.

Su trabajo no solo representa un sustento económico, sino también una tradición familiar que ha sabido mantener viva con esfuerzo, dedicación y, sobre todo, con amor.

Originaria de Ixmiquilpan, Lucía se estableció en la capital hidalguense cuando nacieron sus hijos.
“Ya es de familia el negocio, y como mujer, cuando llegan los hijos, hay que echarle más ganas”, relata con orgullo y nostalgia.

Su trabajo no se limita al fin de semana, pues el proceso de elaboración de sus productos es artesanal y toma días de preparación.

“Por ejemplo, el rehilete lo hacemos nosotros. Hay que rayar, cortar, comprar el material… todo eso lleva como una semana”.

El camino no ha sido fácil. Como muchos comerciantes ambulantes, Lucía ha enfrentado restricciones por parte de las autoridades, quienes en más de una ocasión le han impedido instalarse.

“Siempre ha sido difícil. Nos levantamos temprano, traemos la carga y a veces no nos dejan trabajar”, cuenta.

La pandemia también trajo una baja considerable en las ventas.

Originaria de Ixmiquilpan, Lucía se estableció en la capital estatal cuando nacieron sus hijos

“Antes, aunque batallábamos, se vendía un poquito más. Ahora, entre semana, si vendemos dos o tres juguetes, ya es mucho”, lamenta.

Los días buenos son los sábados y domingos, cuando puede alcanzar ganancias de entre 500 y 700 pesos, aunque eso depende del clima y del flujo de visitantes.

Lucía empieza sus jornadas a las 11 de la mañana y permanece rondando calles hasta la noche. “Cuando no hay sol, la gente no sale, y hay que esperar hasta la tarde.”

A pesar de las dificultades, Lucía no piensa en dejar el oficio. “Este ha sido el negocio de toda la vida”, afirma, mientras su mirada se pierde entre los colores brillantes de sus globos. Su historia es un reflejo de la lucha diaria de miles de comerciantes ambulantes que, con esfuerzo y dignidad, mantienen vivas las tradiciones populares del estado.

Lucía López es más que una vendedora de globos, es un símbolo de resistencia, de trabajo honesto y de identidad hidalguense.

Por: Dulce Castillo