Lázaro Cristóbal Comala e Iván García: canciones para incendiar el alma desde un bar pachuqueño
Para cuando se publiquen estas líneas habrá ocurrido un concierto de mucha importancia para la historia de la música independiente y de calidad que se ha presentado en vivo en el estado de Hidalgo… una senda que se ha ido moviendo a tumbos, pero que en los últimos años ha cobrado fuerza y relevancia.
Tenemos que remontarnos a los nebulosos años ochenta para citar la vistita del trovador inglés Billy Bragg, una relevante figura del folk rock más combativo y que se presentó para lanzar proclamas musicalizadas en lo que entonces era el Auditorio del estado (después devenido en cine rascuache), justo en la Avenida Juárez de la capital hidalguense. Mismo recinto donde tocó Wilfrido Vargas, insigne figura del merengue y gloria dominicana. Ambos pasaron como parte del Festival Cervantino que extendía por acá la universidad.
La semana pasada ya nos remontamos en este espacio a la visita de Radiohead al Teatro San Francisco durante 1994; años más tarde habrá que consignar al show de Austin TV en el Centro Cultural del Ferrocarril y ya en los dosmiles, el paso de los catalanes Dorian y Los Planetas por el magnífico pub La Rata Roja, localizado en la zona plateada. Y hace no mucho (por ahí de cuatro o cinco años, Javier Corcobado en una cabaña localizada en la punta de una peña rumbo a Real del Monte por la vía del libramiento).
Apenas hace muy poco también pasaron por acá Brujería y Opeth, ya si nos ponemos en plan hardcore y metalero, respectivamente. Pero está vez le toca el turno a dos figuras que proceden del lado más autogestivo del rock mexicano.
Anteriormente ya ha tocado en Pachuca el poblano Iván García, quien ahora vino sin su banda Los Yonkis para mostrar todo su repertorio cargado de poesía y melodías que tiene tanto un halo dark como otro de country denso al estilo Johnny Cash en un pequeño bar pachuqueño.
Iván García hace canciones taberneras, lóbregas y que aluden a figuras como Edgar Allan Poe y otros referentes como Rimbaud. Su presencia nos encaminó ante el acto central de la tarde: el primer concierto en Pachuca de Lázaro Cristóbal Comala, el extraordinario proyecto encarnado por Daniel Azdar desde Durango, Durango.
Se trata de una figura huidiza y esquiva que se encarga de todos los aspectos de su carrera y que ha recibido la aclamación de los medios especializados de auténtica probidad y que ahora pasó por la Glotonería Kawai (en la calle de Margarita Michelena, ubicada entre el Río de las Avenidas y la colonia Palmitas) gracias al impulso beatnik de Jaime Acosta y su pareja Maricela Cervantes -los organizadores-.
Por Juan Carlos Hidalgo