La política no es un monasterio

La política no es un monasterio

ALAMEDA

Redacción
Mayo 13, 2025

Por: Dino Madrid

En la construcción de un proyecto político como lo es la Cuarta transformación, la crítica es necesaria. Pero también es necesario el compromiso con el rumbo colectivo. Últimamente, se ha vuelto común escuchar hacia quienes aquí militamos con entereza que “no somos porristas, ni aplaudidores, ni lambiscones”. Y claro que no lo somos. La transformación no necesita aplausos vacíos, sino voces que piensen, que propongan, que caminen con el pueblo, eficaces.

Sin embargo, tampoco se trata de caer en una crítica que, aunque se viste de lucidez moral, en realidad se aleja de la complejidad que implica hacer política en serio. Hay quienes quisieran que cada nombramiento, cada decisión y cada declaración se alineara con una coherencia absoluta, casi inmaculada, idílica. Como si la política fuera un monasterio, y no el terreno real donde chocan visiones, intereses y contextos.

Transformar un país no es un acto de magia. No es una revolución sin polvo ni contradicciones. Es una tarea que exige acuerdos, construcción colectiva, estrategia y paciencia. No es fácil, ni perfecto, ni inmediato. Pero es profundamente necesario.

La política no es un club de fans, pero tampoco es un tribunal moral permanente. Es, sobre todo, un espacio donde se avanza con diálogo, con tensiones, con diferencias, pero también con una brújula común: el bienestar del pueblo.

Por eso, critiquemos, claro que sí. Pero hagámoslo desde la lealtad al proyecto, desde la voluntad de sumar y no de dividir. Desde el deseo de mejorar, no de exhibir. Porque si algo hemos aprendido en esta larga lucha, es que los grandes cambios se construyen con muchas manos, muchas voces y muchas decisiones difíciles.

No se trata de callar, ni de asentir. Se trata de comprender que nuestra fuerza está en la unidad crítica, no en la pureza individual.

Y en estos tiempos complejos, cuidarnos entre quienes creemos en la transformación no es ingenuidad: es estrategia. Porque aún hay mucho por hacer, y no podemos hacerlo solos. Porque el enemigo no está adentro: está allá afuera, esperando que nos fraccionemos, que nos dividamos, que nos demos por vencidos entre nosotros.

Y eso, compañeras y compañeros, eso sí que no se lo vamos a conceder.

mho