La culpa no era mía
Lo personal es político
Esta semana, la youtuber Nat Campos denunció en redes sociales la violencia sexual después de acudir a una fiesta cometida por otro youtuber Rix. Es a través de su canal que cuenta la situación que ocurrió y todo el proceso que le llevo el poder decirlo, al igual que otras mujeres que salen a divertirse con personas conocidas, amigos, donde hay bebidas alcohólicas; hubo un momento donde este personaje aprovecho esta situación para cometer la presunta violación, Nat además narra en otra serie posteriores sucesos como el tener que dejar de aceptar trabajos donde tuvieran que relacionarse con el abusador y por tanto de percibir ingreso, de la vergüenza que le implicaba narrar ese episodio a otras personas: familiares, amigas, etc., porque se sentía culpable por haber bebido (además reforzado por el entorno social cercano). Conforme fue procesado el abuso, llega un momento que nuevamente tuvo que convivir con él, porque así se lo recomendaban amistades, incluso quienes manejaban su carrera ¿Te suena esta situación? Quizá, porque seguramente lo has vivido.
En las diversas redes sociales hay mensajes de mujeres brindándole apoyo, pero también contando sus propias historias de abuso cometidas por “amigos, conocidos, incluso familiares” que aprovechan distintos momentos y teniendo como excusa el alcohol, para realizar estos actos sin consentimiento. Quiero recordarles que tocar, besar, tener relaciones sexuales con las mujeres cuando se encuentran en estado inconsciente por el alcohol o usos de sustancias, es violencia sexual.
En esta historia puedo escuchar muchas de las cosas que pasan las víctimas (aunque no hay que generalizar, cada persona tienen procesos distintos), se tardan en entender que lo qué ocurrió es violencia, porque está “normalizado” sobre todo entre los hombres que el estado etílico de las mujeres puede facilitarles el abuso; lo decimos reiteradamente las feministas, en diversos talleres y lo que se ha escrito al respecto, la violencia sexual que ejercen los hombres forma parte de un acto de poder sobre los cuerpos de las mujeres porque saben que el sistema los protegen la mayor parte de las veces a través del silencio de otros, de minimizar las situaciones que incluso hacen sentir a las víctimas culpable, etc., Nat estuvo el pasado 8 de marzo en la marcha feminista, escuchó las consignas que se gritaban, las pancartas y lo que se escribía en las paredes, le resonaba; es ese día que ella decidió dejar de callarlo para comenzar su proceso, entonces pienso que siempre vale la pena salir a marchar, porque siempre hará eco en alguien para identificarse, armarse de valor, de entender de qué va el feminismo.
Acompañando a diversas víctimas he ido comprendiendo lo importante que es ir sanando para ellas: verbalizando lo que ocurre que va desde acudir a procesos terapéuticos, hablándolo reiteradamente con otras personas, buscar y tener apoyo para comenzar denuncias, incluso de buscar otras formas de justicia, que no son necesariamente la cárcel o para que no le vuelva a ocurrir a otras. Cerca de ti, en cualquier lugar que vivas, siempre hay una compañera, amiga, colectiva, feminista u organización que se dedican a este tema que pueden brindarte el acompañamiento que necesitas.
Cuando desde las calles o las redes decimos no estás sola, yo te creo, significa accionar: acompañando, denunciando, dejando de validar a quienes cometen estos actos, sean youtubers, amigos, familiares o compañeros de trabajo.
Es necesario que exista la responsabilidad del Estado para no permitir que existan estos contenidos de violencia realizado por youtubers hombres generalmente muy jóvenes con miles de seguidores replicando la violencia machista contra las mujeres, disfrazándola de humor. La responsabilidad de las empresas en estos actos de quienes laboran con ellos, para acompañar a las víctimas,
Las redes de mujeres salvan y en este caso denuncian lo que ya no se debe permitir porque es un delito: la violencia sexual. Voy a parafrasear a Las Tesis para recordarle a cada mujer que la culpa no es tuya, ni como estabas, ni como vestías o lo que bebías.