Uno. 1. Tengo 45 años, desde hace 25 el mes de diciembre ha significado el celebrar la vida con mis hermanos, tres son de sangre y otros de elección. 2. Mi hermano de sangre cumplió ayer 47 años; hace una semana al igual que cada año me reuní con mis hermanos de elección, uno de ellos acumula hoy 57 años. 3. Ninguno de ellos sabe lo mucho que me ha enseñado en la convivencia cotidiana. 4. Ninguno de ellos podría entender todas las cosas que les admiro. 5. Ninguno de ellos comprende que a mí me gustaría ser como son.
Dos. 1. Escribo este texto haciendo trampa, eludiendo en lo posible lo que en realidad siento para encubrirlo en la base del conocimiento del medio. 2. Aprovecho lo que podría interpretarse como el estudio del arte de un tema, por ejemplo, el literario, para poder intentar describir lo qué deseo decir. 3. Este estratagema del ocultamiento es también un ejercicio velado de la honestidad. 4. Veo en la literatura un vínculo inventado para interpretar la realidad. 5. Es la realidad que me gustaría inteligir la que pongo ahora como testigo.
Tres. 1. Observo a la hermandad, entendida como el vínculo inquebrantable de lealtad, sacrificio e identidad compartida, la que ha sido un pilar de la literatura universal. Este lazo no sólo actúa como motor de la trama, sino que funciona como un espejo de la condición humana, explorando la dualidad entre la solidaridad absoluta y la rivalidad trágica.
2. Desde los albores de la narrativa, la épica ha utilizado la hermandad para humanizar al héroe. En la Epopeya de Gilgamesh, la relación entre Gilgamesh y Enkidu transforma al tirano en un ser capaz de amar y temer la muerte, estableciendo que incluso el semidiós necesita de un “otro” para hallar su propósito. Esta dinámica evoluciona en la literatura clásica con la tríada de honor de los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, cuyo lema “Uno para todos y todos para uno” personifica la lealtad incondicional frente a la adversidad política.
3. No obstante, la literatura también explora la sombra de este vínculo: el fratricidio. El mito bíblico de Caín y Abel inaugura una tradición de conflicto que resuena en obras como Al este del Edén de John Steinbeck o en las tragedias de Shakespeare, donde la traición entre hermanos simboliza la ruptura del orden natural.
4. En la narrativa contemporánea, la hermandad se expande hacia lo espiritual y lo electivo. J.R.R. Tolkien, en El Señor de los Anillos, eleva la “Comunidad” a un nivel de fraternidad trascendental donde la supervivencia del mundo depende de la fidelidad entre individuos de razas distintas.
5. Asimismo, Louisa May Alcott en Mujercitas demuestra que la hermandad femenina es un espacio de resistencia y crecimiento emocional.
Cuatro. 1. Empero, la importancia de la hermandad radica en su capacidad para otorgar sentido a la lucha individual. 2. Sea por sangre o por elección, estos vínculos definen el arco moral de los personajes, recordándonos que, en la gran narrativa de la humanidad, nadie camina verdaderamente solo. 3. Buscamos reflejarnos en el otro porque es ahí donde espejeamos quienes somos o quienes deseamos ser. 4. Somos en los demás. 5. El ser que somos es también el ser de nuestros hermanos.
Cinco. 1. Coincido con Byung Hul Chan cuando plantea que la hermandad real no necesita de la transparencia digital ni de la exposición constante. 2. La hermandad se nutre de rituales que “exoneran al yo de la carga de sí mismo” y permiten que el individuo se funda en un colectivo. 3. Somos seres en relación. 4. Soy uno con mis hermanos y creo, que ellos viven lo mismo.5. Soy muy afortunado de vivir estos diciembres celebrando la vida, por eso, ahora que el año se apaga, hago votos para que la hermandad tarde muchos años en terminar y no nos agote nunca.
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