Estados Unidos abate a líder del Estado Islámico en Siria
Una incursión de las fuerzas especiales de Estados Unidos en el noroeste de Siria el jueves mató al principal dirigente del grupo Estado Islámico (EI), Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, anunció el presidente Joe Biden.
El líder islámico fue «removido del campo del batalla» por militares de EEUU
Un funcionario estadunidense indicó que el jefe del EI murió al hacer estallar una bomba que cargaba durante el ataque estadunidense.
«Gracias a la pericia y el valor de nuestras fuerzas armadas, hemos retirado del campo de batalla a Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, el líder del EI», dijo Biden. Añadió que todos los estadunidenses que participaron del operativo regresaron sanos y salvos.
Biden dijo que hablará a los estadunidenses sobre la incursión en las próximas horas.
Previamente, el Pentágono calificó como una exitosa operación antiterrorista la incursión a gran escala en el noroeste de Siria. Los servicios de emergencias que acudieron al lugar reportaron 13 muertos, entre ellos seis niños y cuatro mujeres.
Los residentes contaron que varios helicópteros volaron sobre la zona y que los soldados estadunidenses se enfrentaron a hombres armados durante varias horas en torno a una vivienda de dos plantas rodeada de olivos. Según sus relatos, hubo continuos disparos y explosiones que despertaron a la tranquila localidad de Atmeh, cerca de la frontera turca, una zona salpicada de campos para desplazados por la guerra civil siria.
El Pentágono no identificó en principio el objetivo del asalto. «La misión fue un éxito», afirmó brevemente el secretario de Prensa del Pentágono, John Kirby, en un comunicado. «No hubo víctimas estadunidenses. Se ofrecerá más información a medida que esté disponible».
Un reportero de The Associated Press y varios residentes contaron que vieron partes de cadáveres esparcidas alrededor del lugar de la incursión, una vivienda en la provincia de Idlib, controlada por los rebeldes. La mayoría de los residentes hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias.
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Este fue el mayor operativo en la provincia desde el asalto estadunidense en 2019 que acabó con la vida del líder del EI, Abu Bakr al-Baghdadi, durante la presidencia de Donald Trump.
Idlib está controlada en su mayoría por combatientes respaldados por Turquía, pero también es un feudo de Al Qaeda y varios de sus altos cargos residen allí. Otros insurgentes, incluyendo miembros de la milicia rival Estado Islámico, también se han refugiado en la región.
«Los primeros momentos fueron aterradores, nadie sabía qué estaba pasando», expresó Jamil el-Deddo, residente en un campo de refugiados próximo. «Todos estábamos preocupados porque pudiera ser la aviación siria, lo que nos recordó las bombas de barril que solían arrojarnos», agregó refiriéndose a los contenedores de cargados de explosivos empleados por las fuerzas del presidente Bashar Assad contra los opositores durante el conflicto.
La planta superior de la vivienda quedó prácticamente arrasada tras la incursión, que derribó el tejado y paredes.
Se podían ver manchas de sangre en las paredes y en el piso de la estructura que quedó en pie, con un dormitorio destrozado y con una cuna de madera en el suelo. En una de las paredes dañadas colgaba aún un columpio infantil de plástico azul. La cocina quedó ennegrecida por el fuego.
La Defensa Civil Siria, un grupo de emergencias gestionado por la oposición llamado también Cascos Blancos, dijo que 13 personas fallecieron en los bombardeos y enfrentamientos posteriores al asalto. Su recuento incluía seis menores y cuatro mujeres, añadió.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo opositor con sede en Gran Bretaña que monitorea el conflicto, el operativo dejó 13 fallecidos, entre ellos cuatro niños y dos mujeres. Ahmad Rahhal, un periodista ciudadano que visitó el lugar, dijo haber visto 12 cadáveres.
El Pentágono no dio detalles sobre el número de víctimas.
Las tropas estadounidenses llegaron al lugar en helicópteros, apuntó el Observatorio, Los residentes y los activistas dijeron haber presenciado un gran asalto por tierra y que los soldados usaron altavoces para pedir a las mujeres y niños que abandonaran el lugar.
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Omar Saleh, residente en una casa cercana, contó que sus puertas y ventanas comenzaron a vibrar con el sonido de los aviones volando bajo a las 01:10 de la madrugada. Después, escuchó a un hombre que hablaba árabe con acento iraquí o saudí, pedir a las mujeres, a través de un altavoz, que se rindieran o se marcharan del lugar.
«Esto se prolongó 45 minutos. No hubo respuesta. Entonces comenzaron los disparos de ametralladoras», añadió Saleh, señalando que esa situación duró dos horas mientras los aviones sobrevolaban la zona a baja altura.
Taher al-Omar, un activista en Idlib, contó que fue testigo de los combates entre los insurgentes y las fuerzas estadunidenses. Otros reportaron al menos una gran explosión. Un funcionario estadounidense informó que uno de los helicópteros del operativo sufrió un problema mecánico y tuvo que ser volado en tierra. La fuente habló bajo condición de anonimato para discutir los detalles de la operación militar.
La operación militar llamó la atención en las redes sociales, con tuits desde la región que describían cómo los helicópteros disparaban alrededor del edificio próximo a Atmeh. Los datos de rastreo de vuelo sugirieron también que múltiples drones rodearon la ciudad de Sarmada y la localidad de Salwah, justo al norte del lugar de la incursión.
La operación clandestina se produjo en un momento en el que Estado Islámico estaba reafirmándose, perpetrando algunos de sus mayores ataques desde su derrota en 2019. En las últimas semanas y meses, la milicia radical lanzó una serie de operaciones en la región, incluyendo un asalto de 10 días para tomar una prisión en el noreste de Siria, con al menos tres mil detenidos del grupo, a finales de enero.
Por AFP
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