En Hidalgo el pueblo manda y su gobierno obedece
Alameda
Desde el inicio del gobierno que encabeza Julio Menchaca Salazar se han venido llevando a cabo mesas de acercamiento en colonias, barrios y comunidades a lo largo y ancho del estado con el fin de escuchar y atender las necesidades históricas y más apremiantes, esfuerzo en el que no solo se dan a conocer los trabajos que llevan a cabo las diferentes instituciones, sino también información sobre programas y apoyos de dependencias estatales y federales, y lo más importante -al menos desde mi perspectiva-, la democratización del ejercicio público.
Todo aquel gobierno que emane o abrace los principios de la Cuarta Transformación debe en todo momento obedecer a las necesidades de cada comunidad o localidad, ello sin decidir cuál es la mejor forma de vivir, simple y llanamente cumpliendo con organizar y planificar; quien manda, obedece la voluntad del pueblo.
Con fecha veintiséis de febrero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dio un comunicado que se conoce como mandar obedeciendo, en el cual se establecen sus líneas fundamentales de filosofía política, su concepción del ejercicio del poder y su modo de entender la democracia.
Entre otras cosas muy interesantes, se dice: “Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los más se hiciera común en el corazón de hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que debía andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razón de la gente, el corazón que mandaba debía cambiar, por otro que obedeciera. Así nació nuestra fuerza en la montaña, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara, y esa palabra nombró “democracia” este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras”.
Hay algo que tampoco debemos pasar por alto, me refiero a la corresponsabilidad ciudadana en torno a estos ejercicios democráticos, los cuales debemos analizar y profundizar desde una perspectiva de ausencia histórica de nuestros gobiernos y el cómo la organización política comunitaria se vuelve imprescindible para solucionarlo, así, solo así nuestros representantes asuman su responsabilidad y liderazgo que les hemos conferido en las urnas, porque de muchos de los vicios de la vida pública y política, las y los ciudadanos también somos coparticipes por la falta de participación activa y efectiva.
Es un principio indiscutible que para poder mandar bien es preciso saber obedecer.
Por Dino Madrid