Una nueva era digital electoral
La pandemia y las recientes elecciones judiciales han evidenciado la necesidad de modernizar nuestros procesos electorales. En este contexto, contar con una hoja de ruta para implementar herramientas digitales en situaciones extraordinarias se vuelve esencial.
La urna electrónica, con casi 30 años de uso en países como Brasil y Venezuela, enfrenta desafíos y altos costos, mantenimiento constante y riesgos de seguridad. En contraste, Estonia ha permitido el voto por internet desde 2005, siendo pionera en esta modalidad. En 2023, más del 50% de su electorado votó en línea.
México ha avanzado al implementar el voto por internet para ciudadanos en el extranjero en las elecciones de 2021 y 2024. Este precedente podría extenderse a otros escenarios como las elecciones judiciales o las casillas especiales, donde persisten desafíos logísticos e insuficiencia de boletas. En el primer caso, una solución digital permitiría respetar la distribución geográfica del voto sin alterar la representación territorial; en el segundo, facilitaría que electores en tránsito -previamente registrados- pudieran emitir su voto fuera de su sección electoral sin afectar su derecho a una representación plena.
La inteligencia artificial (IA) también ofrece oportunidades para mejorar la justicia electoral. En Argentina, el sistema Prometea ha reducido significativamente los tiempos de resolución de casos judiciales. En Brasil, el programa Justicia 4.0 busca optimizar la gestión procesal. En Estados Unidos, la herramienta COMPAS evalúa riesgos de reincidencia, aunque ha sido criticada por posibles sesgos raciales. En China, se han establecido tribunales inteligentes capaces de analizar evidencias y redactan sentencias de forma automatizada.
En el ámbito electoral, países como Suiza y España han desarrollado plataformas digitales para fomentar la participación ciudadana en consultas, presupuestos y procesos deliberativos. Además, Estados Unidos y Brasil utilizan IA para monitorear campañas y detectar información falsa.
En México, el Tribunal Electoral, podría explorar más allá del juicio en línea, considerando el uso de IA para resolver casos específicos, como la no expedición de la credencial de elector. La tecnología ya está disponible; el desafío radica en la voluntad política, la planificación y la confianza ciudadana para construir una democracia digital inclusiva, accesible y centrada en los derechos humanos.
También es clave innovar en materia de interoperabilidad institucional electoral. Es tiempo de que las autoridades responsables de organizar y juzgar elecciones cuenten con un sistema interoperable de código abierto que permita reducir plazos en requerimientos de información y, al mismo tiempo, aprovechar de forma más eficiente las distintas bases de datos.
La adopción de estas tecnologías en nuestro país requiere una hoja de ruta clara, acompañada de marcos éticos y legales sólidos que garanticen el respeto al debido proceso, la transparencia, la no discriminación y el acceso efectivo a la justicia. Asimismo, es fundamental asegurar la ciberseguridad y reducir la brecha digital, especialmente en zonas rurales.
La democracia mexicana está lista para entrar en una nueva era electoral.
Por: Eduardo Quezada Jaramillo