El valor de las instituciones
DESDE LO REGIONAL
En 2012, Daron Acemoglu y James A. Robinson publicaron Why Nations Fail. Al año siguiente apareció la edición en español con el título Por qué fracasan los países (Crítica, 2013). Desde entonces la obra de los economistas, profesores del Tecnológico de Massachusetts y de la Universidad de Harvard, respectivamente, es imprescindible para entender el progreso o atraso en las regiones del mundo, así reconocida y premiada.
Un prefacio dedicado a explicar el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak en 2011, tras ejercer un control absoluto durante casi treinta años en Egipto, al impulso de un movimiento popular, es punto de partida para explicar el avance y el retroceso en las naciones, político y económico.
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Le siguen quince capítulos donde abordan diversos casos para ejemplificar la teoría del fracaso en el combate a la pobreza en el mundo, lo mismo en América, Asia y Europa, bajo diferentes gobiernos y circunstancias históricas. El segundo explica la diferencia de dos poblaciones en una misma región: la frontera México-Estados Unidos.
El centro de estudio son dos ciudades homónimas situadas cada una en un lado de la frontera: Nogales en Sonora y en Arizona, respectiva ubicación generadora de sus grandes diferencias a pesar de la cercanía. La primera en condiciones sociales inferiores a las de la otra; los autores destacan, en la norteamericana, la democracia, natural para sus habitantes.
De la población sonorense refieren precariedad de los servicios educativos, de salud, carreteros y, notablemente, el deplorable estado de la ley y el orden, generador de inseguridad y corrupción, e ineptitud de la clase política.
Cómo pueden ser tan distintas las dos mitades de lo que es, esencialmente, la misma ciudad, preguntan, sin diferencias climáticas, de situación geográfica ni tipos de enfermedades. Descartan los orígenes, pues de uno y otro lado comparten antepasados, comida y cultura.
Su respuesta es sencilla: viven en un mundo distinto, moldeado por diversas instituciones cuyos incentivos son la explicación principal de las diferencias en prosperidad económica a ambos lados de la frontera.
Enseguida recorren la historia de América, de la llegada de los españoles a nuestros días; subrayan la importancia de las instituciones en el largo y accidentado trayecto; dedican espacio especial al contraste entre el proceso constitucional de Estados Unidos y el de México con sus implicaciones diferenciadoras de ambas sociedades. Lo ejemplifican con los orígenes en las fortunas respectivas de Bill Gates y Carlos Slim, según las leyes aplicables en cada país.
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En una teoría de la desigualdad mundial apuntan a la influencia de las instituciones en el comportamiento e incentivos en la vida real, forjan éxitos y fracasos de los países, y al talento individual, necesitado del marco institucional para transformarse en fuerza positiva.
Explican la desigualdad mundial: si un país es pobre o próspero, lo determinan la política y las instituciones políticas al crear las instituciones económicas del país. Señalan el desacuerdo entre poder y sociedad sobre la supresión o modificación de instituciones y, por esa falta de consenso, “las reglas con que acaba la sociedad están determinadas por los políticos: quién tiene poder y cómo se puede ejercer.” Con Simon Johnson, Acemoglu y Robinson ganaron el Premio Nobel de Economía 2024, cuando México está en la reforma de sus instituciones.
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