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El sentido de las palabras

El sentido de las palabras

DESDE LO REGIONAL

Raul Arroyo
Noviembre 10, 2025

En España el Congreso de los Diputados recién aprobó una propuesta del Grupo Parlamentario Socialista para instar al Gobierno a: “En colaboración con los medios de comunicación, instituciones educativas, culturales y sanitarias, y entidades sociales, promover en el conjunto de la acción institucional un lenguaje responsable y empático en torno al cáncer, evitando su uso como sinónimo de hecho grupal destructivo, y reconociendo la realidad creciente de quienes lo superan.”

En pocas palabras, la pretensión contenida en la exposición de motivos es evitar el empleo de la palabra cáncer como metáfora de lo peor, de lo que corrompe o de lo que destruye, con el argumento de tratarse de una enfermedad grave pero cada vez más tratable, más comprensible y, en muchos casos curable.

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Un punto de partida es la preocupación de la Sociedad Española Contra el Cáncer por la utilización peyorativa de la palabra en la sociedad española, refiere “que en el 15% de declaraciones públicas recogidas por medios de comunicación, se daba un mal uso de este término, mayoritariamente ámbitos como la política, la justicia o el deporte”, considerándolo hiriente para la sensibilidad de quien padece la enfermedad.

Abunda en la propuesta de “contribuir a romper el estigma que todavía pesa sobre quienes padecen o han padecido cáncer. Acompañar con dignidad y situar en el centro del proceso clínico al paciente, que necesita respeto y apoyo institucional, por ejemplo para evitar expresiones como “perdió la batalla”, respecto de quienes murieron a causa del padecimiento.

Y alude a la cuarta acepción de la palabra en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española: “Proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos”, por ejemplo: la droga es el cáncer de nuestra sociedad.

Finalmente, el Grupo Parlamentario Socialista asume la voluntad de “promover un lenguaje justo, responsable y basado en la realidad, desde los ámbitos públicos e institucionales.”

La aprobación de la propuesta produjo reacciones de diversos tintes, entendible por provenir de la representación política en el gobierno, aliada para el propósito con la oposición mayoritaria; hubo descalificaciones, burlas, reclamos a la atención gubernamental de la enfermedad y falta de apoyos a su investigación y tratamiento, descalificaciones por el objetivo de regular el uso del habla; también las hubo de empatía.

Por ser de quien es y cómo lo expresó, el comentario del novelista y académico Arturo Pérez Reverte, en sus redes sociales, fue el más mediático: “Por una vez (sin que sirva de precedente, y me disculpo de antemano por ello), permítanme ser grosero: Me va a regular el uso de las palabras su puta madre.”

Desde otro mirador y en diferente tono, el periodista y escritor Sergio del Molino observó: “España vive tan partida en dos mitades ideológicas que la única manera de ponerlas de acuerdo es proponer algo tan inane, banal, obvio y retórico que sea imposible rechazarlo. La proposición no de ley que aprobó el Congreso sobre el uso de la palabra cáncer es uno de esos consensos instantáneos: ¿quién se va a oponer a que las instituciones hablen del cáncer con un poco más de finura.” (El País, 4/11/15).

El hecho sugiere reflexionar acerca de la adaptación y uso del lenguaje a factores de una realidad vertiginosamente cambiante como son: evolución de los derechos humanos, alteración de valores democráticos, pluralidad social, transformaciones jurídicas, avances científicos, exigencia de lenguaje claro y accesible, migraciones y modificaciones geopolíticas.

En la era digital, el sentido de las palabras también varía su uso.

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