El juego del hombre
Garlito
¡A todos los que quieren y aman el fútbol, este es el juego del Hombre!; así iniciaba Ángel Fernández las transmisiones de este deporte, en los años 70´s, polémico y manipulable espectáculo, única esencia y triunfo de algunos pueblos, decepción para el nuestro que siempre espera el quinto partido en un mundial, no llega; elemento cultural popular, el fútbol y sus semidioses, encierra un fenómeno social, que los dueños del balón, privatizan y se lo quitan al vulgo.
Pelusa
Si hay un país donde el fútbol es religión, es Argentina, y si en algún lugar se utilizó este juego para protestar contra el mal gobierno, es Chile, ahí en la oscura etapa de la dictadura católico-militar, el único lugar público libre era el estadio, donde se desplegaban pancartas gigantes con la frase: Pinochet asesino, ocultos en el anonimato de la multitud; en Europa, otra latitud donde este juego trastocó las políticas nacionalistas y racistas, los hooligans, golpeaban y asesinaban a los de “razas inferiores” y los disturbios, por el triunfo o derrota, pretexto para protestar contra gobiernos autoritarios, con disfraz de demócratas, Inglaterra específicamente; en otros como el nuestro es frustración y peor entre El Salvador y Honduras, hubo una guerra por la eliminatoria del mundial México 70, llamada la guerra de las cien horas; en México el odio por ser fanático de uno u otro equipo, es pretexto para insultar y humillar, cosa menor aún… ¡Arriba el Atlas!.
10
No solo los argentinos, sino todo el tercer mundo, disfrutó, se regodeó, gritó y agradeció la derrota de Inglaterra a manos de Maradona en el mundial de México 86, después de la invasión y brutal ataque a las Islas Malvinas, por ese imperio, la mano de Dios y el amor de un guerrillero que vestido de futbolista, hizo justicia a todo un pueblo, ejemplo de coraje y dignidad, en la guerra y el amor todo se vale; tenía que ser el Azteca, donde los dueños del balón sufrieron un revés y fueron derrotados, desde entonces el fútbol no es confiable y la FIFA, cueva de Ali Babá y miles de ladrones; por ello quizá el 10, llevaba tatuado al Che Guevara en su corazón.