El fracaso de la tipificación de las ECOSIGs
En contra del mar
ECOSIG: Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y de Identidad de Género.
En otras palabras son: “terapias, centro de rehabilitación, retiros espirituales, anexos” basadas en el odio a las disidencias sexo genéricas que buscan a través de métodos de tortura normalizarnos. Es decir: convertirnos en heterosexuales y en el caso de las personas trans y no binarias: aceptar el sexo/género impuesto.
La mayoría de estos lugares son de corte religioso (hay de todas las religiones pero permea más en el cristianismo y catolicismo) y operan de manera fraudulenta (no existen legalmente, no tienen permisos operativo, etc.). Les prometen a las familias que ahí nos curaran de nuestras enfermedades. Pueden ser una institución, puede tratarse de algún profesional “de psicología, psiquiatría” y también puede ser la propia familia quien realice actos de tortura, agresiones físicas y sexuales, privación ilegal de la libertad o simplemente violencia psicológica, verbal o emocional.
Esta clase de violaciones a derechos humanos se han denunciado desde hace varias décadas en el mundo, los países y organizaciones internacionales han hecho varios esfuerzo para terminar con ellas, sin embargo es un problema sociocultural que ha persistido con el tiempo.
En México, algunas organizaciones de la sociedad civil que han posicionado el tema han considerado que el primer esfuerzo para reconocer y acabar esta violencia es incluirla en el Código Penal como un delito.
Tipificar un delito siempre atrae reflectores. La impunidad y la corrupción nos han hecho imaginar que la justicia tiene forma de una celda perpetua y que deshumanice a quien delinque.
No necesitábamos ni necesitamos este delito. Nuestros Códigos Penales ya consideran como delitos: la privación ilegal de libertad, la violencia sexual, la tortura entre otros; que son totalmente aplicables cuando se presenta un caso.
Necesitábamos que se entendiera que este problema inicia en casa, en lo privado, en las escuelas, en las organizaciones religiosas, en profesionistas que no lo son. Necesitábamos que el Estado procurara una vía para poder visibilizar estos hechos y de manera sencilla, rescatar a las personas están siendo torturadas, que brinde albergues y reparará el daño, que eduque a las familias, a las personas y les haga ver que no hay nada que corregir en nosotrxs.
La tipificación de este delito no ha hecho que las ECOSIGs desaparezcan, ahora operan en mayor impunidad. Tampoco ha puesto a salvó a lxs niñxs y jóvenes de las disidencias sexo genéricas y mucho menos ha facilitado rescatar de manera segura a quienes están ahí y proveerles de un lugar seguro, pues su familia se ha convertido en su torturador.
Lo que sí ha hecho es dar muchos titulares a congresistas presuntamente comprometidxs con la causa y activistas que lo único que quieren son 15 minutos de fama.
¿Cuándo vamos a entender que el derecho penal y la cárcel no solucionan problemas estructurales?