El árbol y el bosque

El árbol y el bosque

Alameda

Redacción
Febrero 25, 2025

Por Dino Madrid

La transformación que propone la 4T se fundamenta en objetivos y principios que trascienden la figura individual de quienes ocupan cargos públicos. Es importante recordar que la esencia del cambio no se define por los nombres, sino por la fuerza de las políticas y la visión colectiva que las respalda.

La reciente afiliación de Miguel Ángel Yunes a Morena ha generado indignación y debate dentro del movimiento, y con razón. Su historial político y su relación con el viejo régimen han sido motivo de legítima preocupación para la militancia. Sin embargo, si algo ha distinguido a la 4T es su capacidad de mantenerse firme en sus principios, más allá de quienes eventualmente se sumen a sus filas, no ha sido el primero ni será el último.

Es comprensible el descontento, pero no podemos perder de vista que el movimiento no se define por la incorporación de un personaje, sino por la continuidad de un proyecto político que ha logrado avances históricos en beneficio del pueblo. Morena nació como un instrumento de transformación, y su fortaleza radica en la conciencia de su militancia, en su organización y en la claridad de su rumbo.

Por ello, más que nunca, es urgente fortalecer la formación de cuadros políticos desde las bases, para que sean ellos quienes, con preparación, compromiso y lealtad a los principios del movimiento, ocupen los espacios de decisión. Pero la formación no basta: debemos también abrirles la puerta en la arena pública, brindarles la oportunidad real de disputar el poder y demostrar que Morena no depende de reciclajes políticos, sino de su propia militancia consciente y organizada.

No debemos confundir el árbol con el bosque. La presencia de figuras cuestionables en política no es novedad, pero lo que realmente importa es que las decisiones gubernamentales sigan respondiendo a los principios de la 4T. Si el movimiento se mantiene fiel a su esencia, será la historia la que ponga a cada quien en su lugar.

El reto no es abandonar el barco ante el desconcierto, sino reafirmar el compromiso con el proyecto y redoblar esfuerzos para que Morena siga siendo el vehículo de la transformación. Las bases, la militancia consciente y el pueblo organizado son los que verdaderamente sostienen el cambio, no los nombres que circunstancialmente ocupan un espacio dentro del movimiento.