DÍA MUNDIAL DE LA CONSTITUCIÓN
Desde lo regional
Inicia agosto con una conmemoración joven: hoy es el Día Mundial de la Constitución. Invención del profesor Jim Shearer creador del día y la idea de festejar por todo el mundo a la Constitución, su objetivo es celebrar los beneficios de las constituciones codificadas, característica facilitadora de su acceso y conocimiento de sus reglas al hacerlas tangibles.
La propuesta es una red global para visibilizar la fecha y generar actividades en torno al instrumento jurídico regulador y organizador de los Estados nacionales y de las entidades locales, en el caso de los sistemas federales. En América es su impulsor el profesor Richard Albert, de la Universidad de Texas en Austin, co-presidente de The International Society of Public Law, ICON-S.
Con este motivo refiero aquí una obra de avanzada, hoja de ruta para un futuro utópico si se quiere, pero indudablemente argumentado.
Hace cuatro meses apareció el sugerente libro -por no decir provocador-, del constitucionalista florentino Luigi Ferrajoli: Por una Constitución de la Tierra, la humanidad en la encrucijada (Ed. Trotta, 2022). Es un ejercicio jurídico- intelectual desarrollado a partir de una premisa expresada en sus primeros renglones: La humanidad se encuentra frente a emergencias globales que ponen en peligro su misma supervivencia. De esta elemental conciencia, apunta el profesor emérito de Filosofía del derecho, nació la idea de un movimiento de opinión –cuya primera asamblea se celebró en Roma el 21 de febrero de 2020- dirigido a promover una Constitución de la Tierra capaz de imponer límites y vínculos a los poderes salvajes de los estados soberanos y de los mercados globales, garantía de los derechos humanos y de los bienes comunes de todos.
En tres capítulos y apenas 178 páginas donde se incluye el proyecto de cien artículos, Ferrajoli explica la importancia de pensar en una Federación de la Tierra como posibilidad para resolver los faltantes del constitucionalismo tradicional, nacionalista, impotente frente a los desafíos globales.
El planteamiento es extender el paradigma del constitucionalismo rígido en cuatro direcciones: 1. Supranacional, mediante la introducción de funciones e instituciones supraestatales de garantía, a la altura de los poderes políticos y económicos globales; 2. De derecho privado, un sistema de reglas y garantías frente a los actuales poderes salvajes de los mercados ; 3. De los bienes fundamentales, agregado al de los derechos fundamentales con garantías para asegurar la conservación y el acceso al goce de bienes vitales y también los fármacos esenciales y la alimentación básica; y 4. Un constitucionalismo de los bienes ilícitos, la prohibición de bienes mortíferos como armas, escorias radioactivas, emisiones de gases de efecto invernadero y residuos peligrosos.
En 153 años las y los hidalguenses hemos tenido dos constituciones, la fundacional de 1870 y la de 1920, consecuencia de la revolución constitucionalista, vigente con múltiples modificaciones, la más reciente para mutar a Fiscalía autónoma la institución del Ministerio Público.
La inminente alternancia local anima un ejercicio igualmente audaz al de Ferrajoli, en perspectiva regional. ¿Soporta nuestra arquitectura constitucional el cambio de régimen producido democráticamente?, ¿Debe renovarse el cuarto de máquinas y sustituir las estructuras del llamado a ser antiguo régimen? ¿Basta el bono democrático para un ejercicio de ese calado? Esta es una fecha propicia para pensarlo.
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