Cumbia Somos, un libro panorámico sobre su pasado, presente y futuro

CIRCO SÓNICO

Y una noche sólo aparecerás/ Del otro lado de esa puerta/ Queriendo suplicar que te perdone/ Mirándome a los ojos/ Pidiendo una oportunidad”; suena fuerte en mi equipo “Inocente”, uno de los temas más contundentes del combo argentino La Delio Valdez, una orquesta impecable e implacable que demuestra la elegancia y prestancia de la cumbia contemporánea.

Apenas el año pasado se editó La gira y la serenata, el segundo álbum en vivo de la agrupación y en el que participan, entre otros, el chileno “Macha”, miembro de Chico Trujillo, y La Bersuit; cada uno dispuesto a sumarse a una mixtura fascinante.

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Se trata de una escucha muy peculiar, pues ocurre mientras repasó las páginas de Cumbia Somos, un libro colectivo editado por la Universidad de Guadalajara y la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica, a la que tengo el honor de pertenecer.

Es algo peculiar porque se sabe que un escritor rara vez regresa a su propia obra tras de su publicación; aunque aquí el sesgo lo marca que mi participación se concentra en el texto Sonido Gallo Negro: la transformación mística, mexica y sideral de la cumbia (en el que también participó mi fratelo Jaime Acosta -Skoz-).

Y es que Cumbia somos ofrece un cúmulo de acercamientos a una música de la que todos los participantes tenemos la certeza de que se trata de: “un bien cultural que une e identifica a Latinoamérica”.

Se trata de un fenómeno socio-cultural en el que cabe la vertiente tradicional colombiana de Totó La Momposina y Yeison Landero, tanto como los debrayes ruidistas y alucinados de lo que hacen Los Pirañas, Meridian Brothers y Romperayo. De hecho, mientras tecleo, desde Argentina El remolón acomete con “Cumbia bichera”, con la participación de Pablo Lescano, el creador de Damas gratis, emblema de la cumbia villera; se trata de un tratamiento electrónico muy al estilo del colectivo ZZK, que cobró fama mundial.

Coordinado por Enrique Blanc y Humphrey Inzillo, se trata de un acercamiento panorámico que: “propone un repaso por las historias de músicos y bandas icónicas, desde los inicios de este género musical hasta las vanguardias más recientes. Cumbia somos recupera las peculiaridades geográficas y sociales que inciden en cada una de las aproximaciones y apropiaciones de ese lenguaje tropical expansivo y honra la multiplicidad de sonidos emanados del género…”.

Es así que podemos caer en cuenta que: “la cumbia fue adueñándose de todo espacio permitido por el gusto popular como un sobreentendido, sin que muchos se hicieran las preguntas que hoy, de manera infructuosa, intentan resolver los entendidos: si su procedencia es africana y su nombre viene del Congo “cumbé”, que significa “danza”, según lo exponía el antropólogo Guillermo Abadía, o si, en contraste, era José Barrios quien acertaba al reclamarla enteramente indígena…”, según lo cuenta Jaime Andrés Monsalve, en La cumbia, una eterna peregrina.

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Con un prólogo de ese músico visionario que es Mario Galeano, el libro cuenta ya con edición mexicana, peruana, chilena y colombiana, y pronto una argentina, dado el enorme interés lector que provoca, estimulado por la gran diversidad de especialistas participantes, entre los que se encuentran Betto Arcos, Diego Londoño, Gabriel Plaza, Joana Watson y Luisa Piñeros, entre otros.

He aquí un viaje intenso que va: “De la movida sonidera mexicana a la cumbia villera argentina, de la psicodélica chicha peruana al sonido ancestral colombiano” y del que uno no puede sino abrazar lo dicho por los editores: “La cumbia es una banda sonora transgeneracional y multicultural, un patrimonio musical y bailable de la humanidad. ¡Que viva la cumbia y se baile por siempre!”.

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