Crece la furia de las amenazas de origen natural

In principio erat Verbum

“Hoy se requiere de soluciones, compromisos y acciones; los líderes no deben participar con discursos bonitos sino con compromisos concretos”  

Antonio Guterres 

Pese a que la batalla contra el cambio climático, el calentamiento global y los efectos causados por los gases invernadero se han convertido en uno de los puntos más emblemáticos en las políticas públicas de los gobiernos a nivel internacional, aún no se han obtenido los resultados esperados. 

No podría decirse que poco se ha realizado, cumbres mundiales, firmas de tratados, propuestas innovadoras e incluso se impulsó la puesta en marcha de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ODS), sin embargo, una de las consecuencias de los problemas antes mencionados continúa presente y quizá con más fuerza: las amenazas de origen natural. 

Y es que año con año, hemos observado como las sequías, la desaparición de la biodiversidad, los incendios forestales, las olas de calor y el crecimiento de los océanos y su disminución en los niveles de oxígeno se han transformado en enemigos difíciles de vencer. 

Hoy desafortunadamente, nos hemos convertido en testigos impasibles de lo que irónicamente hemos causado como especie, y es que debemos reconocer que a pesar del gran esfuerzo el daño a la tierra hasta el momento continúa siendo difícil de revertir, y es que en los últimos 10 años se ha incrementado considerablemente el impacto de los desastres de origen natural, lo anterior ya que tan solo en 2018 y de acuerdo a datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), se registraron cerca de 62 millones de personas afectadas por amenazas de origen natural, un 32% respecto del total de los 193 millones contabilizados de 2000 a 2017. 

El año pasado, además de la pandemia originada en Wuhan a finales del 2019, los riegos ocasionados por los fenómenos naturales no dieron  descanso, África vivió una de las peores plagas de langostas de los últimos 50 años, la cual de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dañó miles de hectáreas poniendo en riesgo el acceso a comida de millones de personas. 

Por otro lado, en Kenia, más de 200 personas perdieron la vida debido a inundaciones y deslizamientos de tierra provocados por fuertes lluvias, pero además esto originó que más de 100 mil personas en el país tuvieran que reubicarse por el desastre y 1,586 casas quedaran dañadas. 

Adicionalmente a estos sucesos, hubo huracanes y tormentas en Estados Unidos, la erupción de volcanes en Filipinas y Nueva Zelanda, deslizamientos en Brasil e Indonesia y terremotos en Teherán y China, entre otros lugares, ya que en la actualidad casi ningún país se escapa de las amenazas de origen natural. 

Es así que nuestro país tampoco está exento de estos riesgos, tan solo en lo que va de este año se ha sufrido una de las peores sequías en la historia y las altas temperaturas registradas han provocado daños a cultivos, escasez del suministro de agua en algunas zonas e incendios, entre otros, y es que de acuerdo al documento El estado del clima en América Latina y el Caribe en 2020 emitido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) el cambio climático fue el detonador de este problema; por otra parte también en el estudio se menciona que las costas del océano Pacífico se encuentran entre las que tienen los mayores niveles de acidificación del mundo. 

Nos encontramos probablemente al borde de una crisis ambiental, y aunque el término podría sonar alarmante los números y la estimación de los datos como los plasmados en el Análisis de Riesgos 2019 emitido por The World Economic Forum no dejan lugar a las dudas, ya que colocan los eventos meteorológicos extremos, el fracaso de mitigación del cambio climático y los desastres naturales dentro de los cinco riesgos mundiales más peligros en términos de probabilidad y de impacto.  

Aún estamos a tiempo de comenzar a mitigar lo causado, pero solo se logra a través de fortalecer la voluntad política y colectiva para hacerle frente al cambio climático y trabajando en eliminar las divisiones.  

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.  

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