Arte urbano, un legado para la comunidad: Ice
El muralista de 37 años relató cómo fue su acercamiento con estas técnicas y cómo ha ido evolucionando
Un día alguien le dijo que no iba a vivir pintando “cuadritos”; hoy, César Enrique Martínez González es un destacado artista urbano en Hidalgo que ha conseguido embellecer el espacio público y que lo ha llevado a participar en encuentros nacionales e internacionales.
Entrevistado al intervenir la fachada del Panteón San Miguel, en Tulancingo, con una pintura sobre la vida y la muerte, el muralista de 37 años relató a La Jornada Hidalgo que cuando tenía 14 años su padre sufrió un accidente y falleció.
Aunque hubo la oportunidad de que alguien lo apoyara a él y a su hermana económicamente en los estudios universitarios, ese fue un momento decisivo que marcó la vida de este artista.
“Nos pregunta ‘¿tú qué quieres estudiar?’, ‘yo quiero estudiar artes plásticas’, contesté, la respuesta de esa persona fue ‘¿piensas que vas a vivir vendiendo cuadritos?, no, hasta que tú no definas bien qué quieres y algo que realmente te deje algo y que no pierdas tu tiempo, entonces hablamos’, me dijo”.
Sin embargo, esa reacción sirvió a César para demostrar que se puede vivir de lo que te gusta. “Fue la pregunta del millón: ¿me sigo dedicando a lo que he querido o me vuelvo una persona común con un trabajo común y hago lo que todo mundo hace?, decidí que no”.
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Primeras inquietudes
El primer acercamiento de César Martínez con el arte fue el grafiti, cuando esta manifestación aún tenía mala fama. “Me atrapó tanto que dije ‘yo quiero dedicarme para siempre a esto’”.
“Desde que tenía 15 años vi a una persona haciendo grafiti y mi pregunta fue ¿cómo una persona puede hacer algo tan enorme como un mural, cómo una sola persona puede pintar un muro de 500 metros, por ejemplo?, desde ahí comencé a preguntarme qué tipo de personas hacían eso y llegué a decir ‘solamente los elegidos’”.
Pero alguien le dijo “tú también puedes hacerlo”. Con la inquietud al tope, el apoyo de su madre para comprar los materiales y permisos para ir a eventos conoció de esta hermandad cultural, llamada así porque explica que “pasa que no conoces a la persona, pero por el hecho de que pinta grafiti un día te dice ‘te puedes quedar en mi casa’”.
Adoptó el nombre Ice para firmar grafiti, Icesar para murales y arte urbano. “Un amigo hizo muchas firmas y letras de ‘Ice’, me regaló una libreta y me dijo ‘de ahora en adelante tú vas a ser Ice’, él prácticamente me bautizó y desde hace 20 años me llamo así”, recuerda.
“Como todos los movimientos urbanos, el grafiti ha evolucionado, desde que eres un rebelde, te estereotipan. Pero hemos tomado el aerosol como herramienta para crear murales que a lo mejor la gente nunca pensó que se pudieran realizar con esa técnica.
“El grafiti es una corriente artística, pero también es algo muy de ego, yo quiero que vean mi nombre por toda la ciudad, por todo el mundo, si se puede, porque quiero que vean que existo y es una manera de expresarte, de levantar la voz y de decir ‘aquí estoy’”, explica.
Su primer mural a gran formato
La obra más significativa para César es su primer mural a gran formato, “Huapalcalco. El origen”, ubicado en la calle Morelos, entre Churubusco y Juárez, en el centro de Tulancingo.
“Había pintado cosas grandes, pero no tan grandes, y fue el primer mural que nos dio a conocer en Tulancingo.
“Cuando paso por ahí, recuerdo el proceso para poder pintar en ese lugar, el apoyo de la Asociación Civil Niebla y Tiempo, el conocimiento que nos brindaron para desarrollar el tema del mural, ahí empezó otro escalón en mi carrera”, expresa el artista que fue parte del Colectivo Antiopresión.
El ahora miembro del movimiento Murales Tulancingo (MUTU) sostuvo que la intención sigue siendo que en este municipio crezca el grafiti y el arte urbano.
“A nosotros siempre nos ha movido eso, vemos que en México hicieron murales en edificios, nosotros también los queremos traer, porque creemos que la gente también tiene derecho a verlo acá”.
De igual manera, sostiene que actualmente las redes sociales permiten al artista urbano conocer trabajos en otros países y que antes solamente apreciaban en revistas, libros o fotografías.
En su estudio, a César le gusta coleccionar arte de personas que ha conocido o de sus amigos.
Desde un rótulo hasta un mural en un vestido
Icesar no solo interviene el espacio público, también ha incursionado en otros rubros que nunca imaginó en sus inicios.
En la conversación, el muralista comparte el deseo que tiene de hacer sus obras artísticas más interactivas. “Empezar a trabajar con realidad virtual, realidad aumentada, animación, mezclar la tecnología con la pintura tradicional. Encerrarme un rato, crear una galería”.
“He tratado de aferrarme tanto, le he buscado. He pintado desde un rótulo, una banca, juegos para feria, publicidad, hasta trabajos decorativos. Apenas tuve la oportunidad de realizar un mural de Tenango en un vestido que lucieron en una gala y coronación de reina.
“También ahorita, con todo lo nuevo, he tenido la oportunidad de trabajar en la preproducción de series de televisión. Esto por un amigo que trabaja en México, encargado de arte de los proyectos”.
César aplaude que el grafiti y el arte urbano estén pasando por un momento de “boom”, inimaginable hace 10 o 15 años. “Ahorita todo el mundo lo está usando para expresarse, desde comerciales, marcas de ropa, etc”.
“Para algo bueno y malo, es la doble connotación, hacer un mural para la comunidad porque quieres que tu entorno no se siga viendo gris hasta rayar (la pared) a alguien que te debe”, comenta entre risas.
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Momentos de desahogo
César Martínez González señala que, como en la vida misma, en el arte urbano también se puede modificar algo con lo que no estés a gusto y pintar de blanco el lienzo (pared) para comenzar de nuevo.
“En muchas ocasiones que he tenido proyectos grandes he tenido problemas personales grandes. No al grado de ponerme a llorar mientras pinto, porque esto me ayuda mucho, es mi desahogo, me conecto con lo que estoy haciendo y me olvido de mis problemas”.
Acerca de lo que hay detrás de cada mural refiere que hay una gran logística en todos los colores.
“Te critican, te dicen ‘¡por qué dibujaste eso!’, pero no ven que tienes que armar y desarmar andamios, cargar escaleras, botes de pintura, preparar tonos. Raspar pintura vieja, prepararla con una capa de sellador”.
Sin problemas de exclusividad
Mientras explica su reciente obra que interviene en 49.5 metros de la pared del cementerio, donde mariposas se convierten en flores de cempasúchil, César comenta que a él le gustaría ser recordado siempre por sus murales.
“Por lo que me gustó dejarle a la comunidad, al mundo, porque mi arte lo he replicado en lugares que jamás pensé, o que me recuerden enseñándole a un niño a pintar”.
El artista exhorta a que la gente se involucre más con el arte, con los murales, porque señala que al fin de cuentas su grupo de amigos y personas con las que trabaja lo hacen con ese fin.
“Quiero que la gente sienta que le pertenece, que se sientan identificados; si les gusta, pueden sacarse selfies, yo no tengo problema con la exclusividad, lo que pinto está en la calle y es de todos”, concluye.
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