Antiderechos
En contra del mar
Una persona antiderechos es aquella que, basada en mi prejuicios y estigmas, está en contra del avance de los derechos humanos para todas las personas.
Parece increíble, pero en este momento aún hay muchas personas que no consideran como personas a otras lo que les hace pensar que tienen el derecho a exigir que no se les garanticen sus derechos básicos.
Algunos ejemplos de grupos de personas que pierden humanidad son: las mujeres y personas con capacidad reproductiva, las personas de las disidencias sexogenéricas, racializadas, con discapacidad o diversidad funcional, las personas en reclusión, las personas en situación de calle, las personas migrantes, las personas indígenas y la lista sigue.
En el día a día vemos una serie de atropellos tanto por autoridades como por personas civiles que consideran tener el derecho a discriminar y violentar a otras por considerar no ser igual a ellas, es más hay un aire de superioridad al creer que son mejores.
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Les vemos haciendo campañas, tomando espacios de politicos, de autoridad y negando derechos. A veces se escudan en la libertad de expresión y de reunión para continuar haciendo daño.
Los discursos antiderechos no están protegidos por esos derechos, es una falacia. Ningún derecho humano es absoluto. ¿Por qué? Porque siempre van a colisionar y la existencia de los antiderechos es el ejemplo.
Sus discursos fomentan la discriminación, el odio, la violencia. De ejercerlo absolutamente se generaría un panorama en el que se afectaría el acceso a derechos como la vida, la seguridad, la educación, la salud, entre otros de las otras personas.
Así que el límite, siempre es, que el ejercicio de un derecho no afecte el derecho de otro.
Señalar un discurso antiderechos y condenarlo es el primer paso. Principalmente si viene de agentes políticos como servidores públicos, figuras socialmente importantes, pues sus palabras tienen eco y legitimidad.
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Pero para poder erradicar está ola de odio, las familias, las escuelas, los espacios laborales, culturales, sociales, los medios de comunicación deben asumir su responsabilidad social. Sí, todes de alguna forma hemos contribuido a generar las condiciones para permitir su existencia. Las burlas, los estigmas, los prejuicios, el silencio, la indiferencia, la minimización son factores que contribuyen a que los antiderechos tengan más fuerza.
Terminar con la discriminación y la violencia es un trabajo colectivo. Uno que exige escucha, autocrítica y muchísima reflexión. Asumir que sí: hemos discriminado, hemos dicho, pensado y enjuiciado a alguien por aquellas características que nos dan miedo o desconocemos y que hemos violentado. Nadie está exento porque es lo que hemos aprendido. Sin embargo, luego de ser conscientes de esto, no hay justificación para no hacer la chamba que nos toca y continuar replicando los discursos antiderechos.
No es una tarea sencilla pero es importante. Cualquier discurso que atente contra el derecho de alguna persona, está en contra de los derechos de todos, todas y todes.