Altar de muertos: un alivio
Así les representa a la familia Pérez Guzmán, en Tulancingo
Tulancingo, Hgo.- En la colonia Javier Rojo Gómez de Tulancingo, el hogar Pérez Guzmán prepara su tradicional ofrenda de Día de Muertos. En tiempos de Covid- 19 representa para la familia un alivio, al rendir honores a sus seres queridos fallecidos, en una conmemoración atípica.
“Mi abuelita ponía su altar. Después, mi mamá, Teresa Guzmán Ángeles, quien falleció hace seis años, y quedamos nosotros. Mi hermana ahora pone la mesa grande, que es como si estuviera mi mamá. Somos seis mujeres las que participamos, unas hacen los tamales, otra el arroz, comida en la ofrenda”, expresó Guadalupe Pérez Guzmán, quien se prepara para guisar once kilos de mole.
Dos semanas de anticipación necesita esta familia para organizar la ofrenda de Día de Muertos, el cual tiene 50 años de existencia. “Este año fue difícil porque no había dinero por todo esto de la pandemia. Pensamos que no se iba a poner nada este año. Mi hermana prendería solo las veladoras”, dijo.
“El costo del altar es de diez mil pesos, y, la verdad, es mucho dinero para colocar una ofrenda grande. Mi mamacita se gastaba más de 20 mil pesos”, recordó la señora Guadalupe.
Lo más caro es preparar el mole. Guajolotes 650 pesos cada uno, más 200 pesos por molerlo, 800 pesos de especies, chiles 1200. Además de las veladoras, flores, pan de muerto, fruta en caja, entre otras comidas.
En esta ocasión, los preparativos se hicieron tarde. Aunado al sentimiento de dolor presente en la familia al perder a más de un ser querido a causa del Covid-19. “Nos sentimos apachurrados, pero esta época nos anima. Es una tradición bonita porque no los vemos, pero sentimos su presencia”, expresó.
La señora Guadalupe explicó que, al momento de encender la veladora en el altar, se debe mencionar el nombre del ser querido, “recuerdo mucho que cuando dije el nombre de mi suegra, ella me saludó, <buenos días>, dijo, como en eco”.
“También, una vez llegando a la cocina, escuché que comían y se chupaban unos huesitos. Grité para preguntar si estaba alguien en la cocina, pero no había nadie”, relató sorprendida.
“La festividad de Día de Muertos puede cambiar; lo que no cambia es el cariño con el que se recuerda. Es cansado poner un altar grande, ojalá que las nuevas generaciones continúen con la tradición, porque durante el año no ves una palomita blanca, a mediados de octubre ves muchas. Dicen que son las almas, cómo no vamos a creer que vienen”, concluyó.
Por: Amanda Solís