8 de marzo, Día Internacional de la Mujer
In principio erat Verbum
El origen del 8M se remonta a hace 47 años, cuando cientos de trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York, protestaron por la desigualdad, desafortunadamente, alzar la voz contra la injusticia desencadenó una cruel represión que tuvo como saldo el asesinato de alrededor de 120 mujeres de entre 19 y 24 años de edad.
Pareciera que en específico las jacarandas de las principales vías de la Ciudad de México, se tiñen de morado con el firme propósito de reconocer la batalla que viven día con días las mujeres, de admitir con dolor la violencia a la que continuamente son sometidas y de confesar en un grito silencioso la impotencia que millones experimentan en su camino hacia la igualdad.
La evolución para visibilizar las agresiones, los ataques, el abuso y la violencia ha sido compleja, y hoy gracias al creciente movimiento de asociaciones y grupos de mujeres la batalla por la defensa sigue en crecimiento y mucho más palpable que nunca, aunque esto, hay que reconocerlo, actualmente no es suficiente y quizá tarde mucho para ser así.
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Es probable que incluso ante el dolor y la impotencia, como hombres deberíamos tomar consciencia, aprender a avanzar a su lado sin obstaculizar y por el contrario analizar que para nosotros el camino de deconstrucción aún es arduo e intrincado, ¿cómo entender el miedo de ser violado solo por vestir de una u otra forma?, ¿cómo comprender la intranquilidad de quizá esta noche no volver a casa?, ¿de qué forma asimilar una angustia arraigada a través de cientos de años de hostigamiento, humillaciones y acoso?
En muchas ocasiones la empatía no ha llegado a nuestro campo de visión, hemos criticado, actuado con base en micro-machismos absorbidos durante años, e incluso hemos socavado la autoestima y la confianza de muchas al criticar su personalidad o sus opciones para vestir.
En una época donde las cifras no solo laceran sino que queman, reconocer el problema ya no es suficiente, hay que atacarlo como el inmisericorde enemigo que es, y es que en los últimos seis años, las muertes y violaciones no se han detenido, pero además la brutalidad continúa intensificándose; de acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) desde enero de 2015 a enero de 2022 se tienen reportados 5,597 presuntos delitos de feminicidio a nivel nacional y 17,625 presuntas víctimas mujeres de homicidio doloso.
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Esta misma institución publicó, que en nuestro país, a raíz de la pandemia, durante 2020 se denunciaron 220,031 presuntos delitos de violencia familiar y en el 2021 se reportaron 253,736. La situación no es para hacer la vista de lado, porque además la cifra de presuntos delitos de violación sufrió un incremento del 28% de 2020 a 2021.
Por otro lado, el Foro Económico Mundial en su Informe global sobre la brecha de género de 2021 afirma que a medida que el impacto de la pandemia de COVID-19 continúa desarrollándose, el tiempo que se tardará en eliminar la brecha de género global ha aumentado en una generación: de 99.5 a 135.6 años.
En el país mujeres de todas las edades se han unido en caminatas y marchas, para exigir un alto a la violencia, para pedir por justicia para hermanas, madres, hijas y amigas, para obligar de una u otra forma a las instituciones a dar pasos reales para protegerlas.
Pero también, hay que reconocer que padres, hermanos, y esposos se han unido con miradas llenas de llanto ante la impotencia de su pérdida. Porque hoy no se felicita, hoy se conmemora.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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